Entre las cinco regiones con más casos de corrupción en el Perú se encuentran dos del centro del país. Nos referimos a Ayacucho y Junín, en segundo y cuarto lugar, respectivamente, en este penoso ranking.

En regiones donde hay altos índices de anemia y desnutrición infantil, la corrupción tiene visos de crimen. Por ejemplo, en Junín. El porcentaje de niños menores de tres años que padecen anemia es del 56.1%.

Según las últimas cifras de la Procuraduría Anticorrupción, en Ayacucho hay 2647 casos por delitos de corrupción de autoridades, funcionarios y servidores públicos. Solo es superada por Lima, que tiene 3989 casos. Tercera se ubica Áncash, con 2069 casos; en cuarto lugar se encuentra Junín, con 1755 casos; y quinto Lambayeque, con 1636 casos.

Un país con enormes riquezas naturales marcha errático y sin vocación de futuro, precisamente por los actos de corrupción de personas que deben servir a la gente y solo se dedican a usufructuar del Estado para fines subalternos. Se sabe que la gente percibe como uno de los más grandes males para el país a esta lacra y hasta ahora no hay respuestas claras contra ella.

Los políticos en cada campaña tienen laboriosas e ingeniosas propuestas para acabar con este mal, pero no dejan de ser eslóganes que se desvirtúan con la realidad.

Está claro que los delitos de corrupción más comunes cometidos por autoridades, funcionarios y servidores públicos son el peculado doloso, la colusión, el aprovechamiento indebido del cargo, la malversación de fondos, la negociación incompatible, entre otros. Es urgente tomar cartas en el asunto, porque mañana puede ser demasiado tarde.