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Los cuestionamientos al ministro de Educación, Jaime Saavedra, han puesto en evidencia el poco manejo político que tiene el Poder Ejecutivo, que se ha dejado arrastrar por opinólogos empeñados en salvar a un funcionario público al que creen que no se le puede tocar ni con el pétalo de una rosa, al extremo de hablar desde el propio gobierno de “cuestión de confianza”, con lo que se ha pretendido inmolar a todo un gabinete y jugar con la gobernabilidad y la imagen del país.

Hoy se llevará a cabo la interpelación al ministro Saavedra, algo que, como ha señalado el legislador oficialista Juan Sheput, es un mecanismo constitucional de control político que a nadie debe asustar. Sin embargo, en otros sectores del Gobierno, las dudas que existen sobre la gestión de Saavedra, especialmente por el asunto de los Panamericanos y algunas adquisiciones, han sido llevadas, lamentablemente, a un extremo innecesario.

De manera absurda, el titular del Educación ha sido puesto en medio de dos fuegos. Gobierno y oposición están pulseando para ver quién gana; y todo porque el Ejecutivo, arrastrado por una corriente de opinión que habría que ver qué origen tiene, no tiene claro que un ministro es un fusible que, llegado el momento, debe ser cambiado para que la administración y el país sigan caminando. En tal sentido, bien ha dicho el legislador Sheput que él no cree en los “insustituibles”.

En el caso de Saavedra, la cosa ha sido tan mal manejada, que en las últimas horas hemos visto desencuentros incluso entre el presidente Kuczynski y el premier Zavala, por el asunto de la “cuestión de confianza”. El Mandatario la planteó en días pasados, pero después, tal como informamos ayer en Correo, el jefe del gabinete ha dicho que son “especulaciones”. Quién entiende a estos caballeros que manejan el país.

PPK y su equipo deben tener en claro que el Gobierno que manejan no solo tiene que afrontar los múltiples problemas que presenta el Perú, sino también una situación pocas veces vista: que no cuentan con mayoría en el Congreso, la cual ha sido otorgada a la oposición. Por eso, acá hay que hilar muy fino, con mucho tacto y trabajar con mucho criterio político, algo que, como es evidente, no hemos visto en el caso Saavedra.

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