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Buena la reacción del primer vicepresidente del Perú y ministro de Transportes y Comunicaciones, Martín Vizcarra, quien al ser consultado sobre la complicada situación de su colega de Educación, Jaime Saavedra, ha señalado que se deben dar las facilidades para investigar su gestión, que viene desde el gobierno anterior, y que el funcionario, como todos, debe ser pasible de sanciones si es que ha cometido irregularidades.

Creo que esta es la actitud que se debería tener frente al caso del ministro Saavedra, a quien se señala por irregularidades en el ámbito del Instituto Nacional del Deporte (IPD) y en la adquisición de computadoras, lo que a su vez ha generado una “guerra” entre quienes lo defienden y aquellos que tienen la “osadía” de pedir por lo menos que se aclaren las innegables dudas que ya existen sobre su administración.

Se dice que los que critican a Saavedra y piden su salida del cargo lo hacen porque quieren traerse abajo la reforma universitaria, algo que realmente hace falta en este país. Es innegable que estos cambios que vienen desde el Congreso anterior afectan los “negocios” de muchos mercaderes de la educación superior, algunos de los cuales están presentes o tienen representantes en el Legislativo. Pero hacer frente a eso no debe impedir la investigación a un ministro.

Por último, acá cabría preguntarse si el actual titular de Educación es la única persona en este país capaz de defender los cambios que son urgentes en la formación superior. Creo que si este funcionario sale por la razón que sea, otra persona podría mantener la misma postura sobre este asunto. ¿O no hay más gente comprometida en la reforma universitaria en el gobierno de Pedro Pablo Kuczynski?

En ese sentido, Saavedra debería ser el primer interesado, como lo ha manifestado ayer, en someterse a las interrogantes que se le plantee en todos los ámbitos, incluyendo al Congreso, aunque sin necesidad de que sus representantes lleguen a los excesos mostrados por la fujimorista Cecilia Chacón. Esto último no hace más que bajar el nivel del debate, restarle seriedad a la búsqueda de la verdad y darle más alas a aquellos que, casi a ciegas, defienden al ministro.