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La censura al ministro de Educación, Jaime Saavedra, y todo el proceso que la antecedió, no ha dejado vencedores ni derrotados, pues tanto la oposición como el oficialismo se han desdibujado ante los ojos de los peruanos que lo único que han visto en esta etapa ha sido un enfrentamiento político puro y duro, en el que muy poco ha entrado a tallar el fondo del asunto, que es la mejora de la calidad de la formación de los peruanos, especialmente la de los más pobres que no tienen ni baños en sus centros educativos.

Por el lado del oficialismo hemos visto una inmensa debilidad y falta de manejo político por parte del presidente Pedro Pablo Kuczynski y su entorno. El extremo ha sido cuando el Mandatario admitió que su bancada no lo escuchaba y al “amenazar” con una cuestión de confianza, para luego tirarse para atrás. Pedirle la renuncia a Saavedra, pues al fin y al cabo los ministros son fusibles, pudo ser la mejor salida para el gobierno y el país, pero se insistió en su permanencia y al final sucedió lo que vimos ayer.

Mientras tanto, la oposición y en especial los fujimoristas quedan mal parados luego de esta censura, sobre todo tras la difusión a través de Correo de los chats en que hacían alarde de su fuerza y su mayoría, sin tocar los asuntos de fondo que motivaban la interpelación. En este mismo espacio he sostenido que el ministro Saavedra no era intocable ni insustituible como lo presentaban sus defensores oficiales y oficiosos, pero en política siempre las formas son importantes, más cuando existe tanta polarización.

Un problema adicional que cae sobre esta censura es que se da en un momento en que el Congreso, que castiga por presuntos actos de corrupción en el sector Educación, insiste en ganarse el desprestigio ante los ojos de los peruanos con situaciones por lo menos dudosas. Ahí está en caso de las canastas y los turrones, que para algunos podrían parecer poca cosa, pero no para los bolsillos de millones de peruanos que con las justas tienen para una cena navideña. Insisto, en política, los gestos muchas veces pesan más que los aspectos de fondo.

Sin duda, tras la censura a Saavedra, lo que necesita el país es una aproximación que lleve a un diálogo entre el gobierno y el fujimorismo, pues los peruanos con sus votos decidieron el 10 de abril último que el Ejecutivo y el Legislativo estén en manos distintas. Tácitamente pidieron un acercamiento que quizá se dio en los primeros meses de esta administración, pero que con toda seguridad no se dará más tras la jornada de ayer, si es que no existe la voluntad de ambas partes de pensar en los intereses del país.

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