Denunciar la podredumbre moral en la que está sumergida la sociedad peruana suele ser calificado por los corruptos y los aspirantes a corruptos como “ruido político”. Las denuncias de algunos medios de comunicación y los catastróficos resultados probabilísticos de todas las encuestas de opinión con relación a los aventureros que nos desgobiernan también suelen ser calificados despectivamente como “ruido político” generado por “opinólogos”. Por ejemplo, la denuncia de Martín Belaunde Lossio referida a que Nadine y Ollanta se van a fugar del Perú antes del término de su mandato ha sido calificada como un rumor que busca generar “ruido político”. Esto no puede llamarnos la atención en una sociedad manejada por el lumpencapitalismo múltiple dirigido abiertamente por el narcotráfico de cocaína. Tampoco puede sorprendernos que un presidente se fugue del país, Alberto Fujimori se fugó al Japón y renunció por un medio electrónico. Es previsible que si la llamada “pareja presidencial” se fugara antes del 28 de julio de 2016, esto no agravará su situación, teniendo en cuenta que la hija del encarcelado expresidente encabeza todas las encuestas referidas a la intención de voto para la Presidencia de la República. Aquí y ahora, las posibilidad de que Keiko Fujimori sea la próxima presidenta del Perú es muy alta. Esto obviamente puede cambiar porque las encuestas probabilistas no son ni pueden ser analizadas como predicciones del futuro sino como reflejo de la intención del electorado en un presente inmediato o de breve duración. Sin embargo, es evidente que esta candidata “natural” del denominado fujimorismo ha mejorado en sus presentaciones públicas, ha trabajado mucho en las regiones y tiene medios económicos para competir con cualquier agrupación política. Sus adversarios dicen que ganará la primera vuelta, pero perderá en la segunda. Aquí y ahora, esta es una predicción sin un fundamento real porque el puntero tiene más posibilidades de pactar con las agrupaciones que han ganado o han tenido una buena votación en las elecciones regionales. Se suele comentar que Keiko Fujimori tiene un voto “duro” que no puede superar porque tiene un antivoto aún más duro. Esto ha sucedido en las elecciones pasadas, pero no tiene que repetirse necesariamente en las futuras. En la encuesta probabilística nacional urbano rural de GFK publicada en La República el 27 de setiembre de 2015, ante la pregunta cerrada, es decir, referida a una tarjeta donde aparecen los nombres de los posibles candidatos propuestos por la encuestadora, se dice: “Si mañana fueran las elecciones para elegir al presidente de la República para el periodo 2016-2021, ¿por quién votaría usted?”. La mayor intención de voto la tiene Keiko Fujimori con 34%. Es importante destacar que la frase “si mañana fueran las elecciones” elimina la posibilidad de interpretar que esta cifra será válida en la elección del próximo año, aunque así suele ser percibida por los que ignoran la metodología de este tipo de encuestas de opinión pública. PPK aparece segundo en esta investigación con 12% y el supercandidato Alan García apenas llega al 6%. Para determinar la intención de voto por partidos políticos, es decir, y tal como GFK señala, el peso de las “marcas partidarias” se hizo la siguiente pregunta: ¿Qué tan probable es que usted vote por los siguientes partidos políticos en las elecciones presidenciales del 2016? Las respuestas son encabezadas por el último partido de Keiko Fujimori: Fuerza Popular, con un voto potencial de 41%, dividido en 25% que definitivamente si votaría por este partido y 16% que podría votar por él. Peruanos Por el Kambio de PPK no aparece y el APRA tiene 14%, 7% para un voto definitivo y 7% para un voto probable. Es importante señalar que el 90% dice que en el Perú no hay un político totalmente honesto, lo cual significa que estos electores votarán por un candidato al que consideran deshonesto. Lo anterior equivale, por desgracia, a que la inmensa mayoría de peruanos con DNI probablemente piense que las elecciones no serán el inicio de la solución al problema de la corrupción. Para completar este cuadro de pesimismo de los electores y tal vez de los que aún no pueden elegir, la desaprobación a la forma cómo Ollanta Humala está conduciendo a su gobierno llega a un elevadísimo 85% y su aprobación baja a un peligroso 12%. En la inusual medición del desempeño de la esposa del Presidente, Nadine Heredia, tiene la misma desaprobación, 85%, pero la aprobación a su indebida gestión apenas llega al 10%. Decir que los peruanos “no creen en nadie” es una frase que cada vez está más cercana a la realidad. Tal como dice Hernán Chaparro: “Es la primera vez que Nadine Heredia tiene un nivel de aprobación por debajo del Presidente. Un punto de diferencia, en estadística, puede ser un empate, pero Humala cae cuatro puntos mientras Nadine desciende siete”. Según algunos mal pensados, si llegan a un dígito se fugan. Salvo mejor opinión.