Dado lo irregular de este proceso signado por una ley aprobada cuando ya se había dado la partida, tendremos el próximo domingo otro fenómeno singular.

Se ha dicho que en la primera vuelta se elige y que en la segunda se descarta, pero, por lo que hoy pasa, con la familia de la dictadura en primer lugar de las encuestas debido especialmente a que nadie quiso confrontarla desde el inicio, es que todas las apuestas se van a concentrar en quién quiere o quién puede vencerla en la elección de junio. Por ese se votará el 10 de abril, independientemente que le guste mucho, poquito o nada al elector.

La candidata Mendoza -de la que poco recordamos haya hecho en sus cinco años por cambiar la Constitución de Fujimori- concentrará los votos de los comunistas y de los chavistas, claro está; pero en el otro sector, en el que tampoco ninguno de sus candidatos hizo nada por llevar a cabo ese cambio y devolver al país a la dignidad, se pensará en quién puede vencerla, porque no se trata como decía el alcalde Castañeda en el proceso del 2011, “yo le gano en segunda vuelta a todos los candidatos, Humala incluido”, sino que hay que llegar a competir en ella para poder ganar.

Así las cosas, PPK y el postulante que presenta Acción Popular deberán demostrar que su posición es la más sólida en ese rubro. Caso contrario, dos puntos menos en el voto de la lampa, lo que es más fácil, podrán traspasarse directamente a los de Kuczynski.

Que sucedan las cosas al revés puede ser más complicado, porque la tercera en discordia (aquí cabe exactamente la expresión) podría pasar a la segunda ronda por décimas de punto y allí la final será Mendoza - Fujimori, que es lo que ese sector no quiere. ¿Qué nos espera?