Si, tal como señala un sector de la izquierda, la lección que nos deja “Lava Jato” es que la corrupción se debe al modelo económico “neoliberal”, ¿cómo explicamos los inobjetables casos de corrupción que carcomieron al Estado con el modelo intervencionista en los 70?

Si, como dice Verónika Mendoza, nuestra Constitución “neoliberal” favorece la corrupción, ¿por qué los países menos corruptos son también los más libres económicamente?

Dinamarca, el país menos corrupto del mundo según el índice de percepción de corrupción de Transparencia Internacional, es también el duodécimo país con mayor libertad económica en el ranking de la Heritage Foundation. Nueva Zelanda, segundo país menos corrupto del mundo, tiene la tercera economía más liberal.

Venezuela, país al que Verónika le cuesta sobremanera medir con justa vara, es la antítesis del modelo “neoliberal”: según los mismos índices, es el antepenúltimo país menos libre económicamente del mundo y, al mismo tiempo, está entre los 10 más corruptos.

Compruébelo usted mismo: revise los 5, 10, 20 países con menor índice de percepción de corrupción y luego vea, en el índice de libertad económica, cómo todos son más “neoliberales” que el Perú.

Con esto no pretendo, como hace la izquierda, achacar la culpa de la corrupción a modelos económicos poco liberales. La corrupción ha carcomido a derechas y a izquierdas. ¿Pobreza moral? ¿Falta de mecanismos de fiscalización? ¿Instituciones débiles? No lo sé. Lo importante es no buscar soluciones en lugares equivocados, o todo será una demagógica pérdida de tiempo. 

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