Phillip Butters fue retirado del aire porque un importante sector de nuestra comunidad se unió a través de las redes sociales, políticas y empresariales para exigirle a las marcas que lo auspiciaban que dejasen de respaldarlo. Un boicot.

En la discusión sobre la ideología de género, Butters se excedió en sus declaraciones y ataques. Fue bastante intolerante y confrontó con un importante sector del Gobierno, de la prensa y de la ciudadanía, el mismo que le demandaba corrección y respeto en la discusión. Transgredió el código de ética de la industria de la comunicación y se volvió demasiado incómodo.

El Grupo RPP no podía mantenerlo con programa a menos de asumir todas las consecuencias económicas y de reputación, y en su análisis de costo-beneficio eso era demasiado.

El hecho relevante es el nacimiento formal de un político. Si algo necesitaba Phillip Butters para meterse de lleno en la arena política, era un episodio épico, y lo ha conseguido. Su enorme popularidad se debe a una combinación de su estilo astuto, soberbio y machista y al gran alcance que le dio durante años la multimedia del Grupo RPP. Sabía que lo arriesgaba todo y él mismo ha revelado que tenía un plan B. Por eso reaparecerá en otro medio no tan potente como la multimedia de RPP o la de El Comercio, y es posible que se lance como candidato a algo. Veremos si emulando a Donald J. Trump, y con ayuda de sus amigos, logra su cometido.