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El crimen del fiscal Fermín Caro Rodríguez es condenable, como todo asesinato de alguna persona. Sin embargo, me llama la atención que el ministro del Interior, Carlos Basombrío, ponga de inmediato 100 mil soles sobre la mesa para tener información sobre los responsables de este atentado.

Digo que me llama la atención porque la reacción de Basombrío es en cierto modo discriminatoria y vejatoria. Lo primero porque al tratarse de un fiscal superior, un cargo representativo del Estado, el crimen toma otro vuelo si se compara con la muerte de un tal Pérez. Lo segundo porque no confía en la celeridad de la Policía y prefiere sacar la billetera para acotar los plazos de la investigación.

Si el ministro Basombrío actúa de acuerdo al cargo de la víctima, entonces otros casos de ciudadanos que fallecen a manos de sicarios o hampones comunes están condenados a esperar a que los policías hagan su labor, cualquiera sea el plazo de la indagación. Total, no hay un fiscal, juez o congresista de por medio. Te miden con diferente vara.

Estoy a favor del sistema de recompensas, pero este puede desvirtuarse si es que se ejecuta solo a modo de inmediata reacción y no como parte de un plan para acabar con alguna organización criminal. Este es uno de los casos. No hay una investigación previa ni el magistrado había denunciado amenazas de bandas.

Basombrío no confía en la Policía. Cómo es posible que al fiscal de la Nación Pablo Sánchez le diga que dará las facilidades para esclarecer el crimen de Caro Rodríguez, pero, a la vez, no establezca un plan con los agentes y decida que es más fácil ofrecer dinero para que alguien haga la chamba de estos.

El crimen del fiscal superior de Moyobamba no debe quedar impune, pero si el ministro Basombrío sigue ofreciendo dinero en vez de confiar en la capacidad de reacción de los agentes del orden, el sistema de recompensas solo será un maquillaje a la ineficiencia de la Policía.

Por lo demás, lamento que Caro Rodríguez, un fiscal que trabajó en Trujillo y tuvo algunas desavenencias con Correo -al que demandó sin éxito-, haya perdido la vida de esta manera. Ninguna persona merece fallecer así.

PD: Tras el crimen del alcalde de Yaután, Luis Enrique Yui Botteri, no ofrecieron recompensa.