Tiempos violentos
Tiempos violentos

Hay una campaña siniestra contra los magistrados de la Corte Superior del Santa que no le hace nada bien a la justicia local. Parece ser que en Áncash los tiempos violentos no tienen cuándo acabar y esto ha quedado demostrado tras la sentencia a Rubén Moreno Olivo, “Goro”, a quien la Policía le atribuye las recientes amenazas al personal judicial que ve su caso.

En un país civilizado la justicia no puede vivir atemorizada, lo que significa un peligro para el sistema democrático en el que intentamos convivir. Tampoco volvería la paz general a esta jurisdicción si es que persiste el amedrentamiento a jueces y fiscales que solo se encargan de ejercer su labor, tan igual como los policías, los periodistas y la sociedad civil organizada.

Por el bien de esta ciudad, la Policía de Inteligencia debería desenmascarar a quienes están detrás de esa inestabilidad social en la que se encuentra sumergida el Santa. Porque no es sano para nadie salir de su trabajo rumbo a su casa -o viceversa- pensando en que algún maleante está haciéndole seguimiento.

Es inadmisible dejar solos a los buenos jueces y fiscales en esa dura tarea por impartir justicia, peor aún si es que la Policía no muestra capacidad de reacción y solo se queda en la frase cliché: “estamos investigando”. Los moradores quieren resultados inmediatos y esta es la oportunidad de devolverles la tranquilidad, al igual que a estos trabajadores judiciales.

Ojalá, el mensaje de inseguridad impartido por la gente allegada al hampa no se ramifique en la población, que creía que con la caída de los presuntos cabecillas de la red criminal ancashina se habían acabado la delincuencia, la extorsión y el reglaje a los valientes que no quieren vivir más en tinieblas.

Por eso, si algo vuelve a fallar en la seguridad ciudadana, no deberíamos pestañear para levantar el teléfono y convocar a gente especializada de Lima, tal como ocurrió durante los funestos gobiernos de César Álvarez y Luis Arroyo, para que intervenga de una vez y no esperar a que la sangre vuelva a llegar al río.