El presidente Pedro Pablo Kuczynski quiere darle un giro a la política anticorrupción, cuando todos piden que Alejandro Toledo venga al Perú. En un mensaje a la Nación, PPK anunció ocho medidas que, a su juicio, conseguirán poner candados a empresas como Odebrecht y otras más que, siguiendo el esquema de la constructora brasileña, hayan operado para enriquecerse con nuestros bolsillos.

Son buenas las iniciativas de negar contratos con el Estado a las empresas condenadas por corrupción; así como declarar la muerte civil a los corruptos e incorporar cláusulas anticorrupción a los contratos de concesión, y ordenar a los ministros publicar su declaración jurada.

Sin embargo, faltó en el mensaje de PPK un deslinde claro con la corrupción que hoy envuelve a su exjefe, Alejandro Toledo. Ni una palabra sobre el contrato de la Interoceánica. ¿Cómo puede el Presidente pedir fin a las corruptelas, si no es capaz de enfrentarlas desde el más alto cargo de la Nación? Algunos ministros coinciden en voz baja con esta interrogante. Debió ser más enfático, sostienen sin querer revelar su identidad. Faltó que PPK nos dijera esa noche algo como: “Yo no tengo rabo de paja, y con esa autoridad moral meteré en la cárcel a todo aquel que se haya corrompido”.

Mientras el Inpe alista un lugar para Alejandro Toledo en la Diroes, al lado de Alberto Fujimori, queda esperar las buenas gestiones de PPK en su viaje del 23 de febrero a los Estados Unidos. La agenda oficial dice que se va a Princeton. La agenda oficiosa debe incluir una reunión con Trump en la que pida, formalmente, que nos devuelva a Toledo.