La condena de 10 años de prisión efectiva y el pago de una reparación civil de S/20 mil impuesta por el Poder Judicial a Carlos Feijoó Mogollón por la brutal agresión a su expareja Milagros Rumiche, en la región Tumbes, ha sido insuficiente teniendo en cuenta que la Fiscalía pidió 14 años de encierro por el grave daño causado, y además que evadió a la justicia.

En el pasado hemos tenido casos indignantes, como el de Arlette Contreras, la joven ayacuchana que fue atacada por su entonces pareja, quien hoy goza de libertad por razones nunca aclaradas.

Casos como este último, en que la impunidad y el abuso se imponen ante la justicia, nunca más deben darse en nuestro país, por lo que se esperaba una mayor sanción penal para Feijoó.

Los potenciales agresores de mujeres deben de tener muy claro que cualquier ataque físico o emocional lo tendrán que pagar con largo tiempo bajo cárcel efectiva.

Sin duda, con esa certeza, muchos sujetos lo pensarán dos veces antes de convertirse en cobardes agresores de mujeres.

Un país que quiere ser considerado “civilizado” debe tener a todas sus instituciones trabajando de manera coordinada para evitar este tipo de ataques, y para castigarlos con todo el peso de la ley una vez cometidos. No cabe otra alternativa, y la justicia tiene que ser muy estricta en este sentido.

Agresiones como las sufridas por Milagros Rumiche y Arlette Contreras no deberían tener cabida en ninguna sociedad.