La Haya decidirá en 10 días si tiene competencia para juzgar la demanda boliviana para que Chile negocie “un” acceso soberano al Pacífico. Las posibilidades son magras porque el mismo tratado que invoca a favor del caso -el Pacto de Bogotá- estipula que la Corte es incompetente para conocerlo (Art. VI). Evo Morales aumentará su sonora campaña para compensar políticamente la debilidad de sus fundamentos jurídicos.

¿Será ese el verdadero motivo por el que una ONG chilena y otra peruana coinciden en solicitar la publicación de las notas reservadas que superaron el incidente de espionaje que congeló las relaciones bilaterales? Porque es forzoso preguntarse si esas ilustradas organizaciones no están enteradas de que, aquí y allá, las normas que rigen la transparencia de la información pública prohíben la difusión de aquello que “pudiera afectar negativamente las relaciones diplomáticas con otros países” (Artículo 15°.1.b) de la Ley N° 27806).

Quieren comprobar si lo que un Estado dijo fue suficientemente “humillante” para “satisfacer” al otro, a sabiendas de que ambos debían salvar su dignidad nacional para superar un problema política y mediáticamente manipulado en ambos lados. ¿Es inocente “la sed de conocimiento cívico” de las ONG solicitantes o lo que intentan es incendiar la pradera para inflamar nacionalismos enfermizos? Sus afanes coinciden con las provocaciones de Venezuela a Colombia y la efervescencia boliviana antes de la audiencia en La Haya. ¿Aumentarán las provocaciones de Evo y su obsesión de implicar al Perú en sus planes frente a Chile? ¿No busca también que el ALBA debilite a la Alianza del Pacífico en una coyuntura económica internacional tan negativa?

Las comunicaciones oficiales sobre la solución al infame incidente de los espías fueron parte de un acuerdo entre Cancilleres y los acuerdos internacionales son constitucionalmente privilegiados y obligatorios. Las Partes deben cumplirlos de buena fe. Y esta comienza por honrar lo pactado, sin importar que el acuerdo sea verbal o escrito. El maestro de la diplomacia británica, Sir Harold Nicolson, consagró un famoso “test” para los profesionales de mi noble carrera. Comenzaba por dos exigencias: “la verdad y la exactitud” (“Diplomacy”, 1939).

El ex Canciller Gonzalo Gutiérrez declinó su elevada posición honrando esos valores de nuestra diplomacia. Son valores que deben comprometer a todos los peruanos, siempre.

TAGS RELACIONADOS