Las instrucciones que recibió John Kerry, secretario de Estado estadounidense del presidente Barack Obama, para detener la desenfrenada violencia entre Israel y Palestina que se inició hace ya 19 días, podría tener una luz de esperanza. Luego de fallidos intentos por alcanzar el alto el fuego –primero el Hamas rechazó la propuesta egipcia y luego Israel desestimó la que puso sobre la mesa la ONU-, ambas partes aceptaron una tregua de 12 horas que acaba de prolongarse por cuatro más. Por la dimensión de los efectos devastadores iniciados el 8 de julio, a la fecha con cerca de 1000 muertos palestinos y 40 israelíes, así como más de 5000 heridos, todo resulta esperanzador. Es verdad que la tregua dura únicamente el tiempo convenido, pero también es cierto que permite un mejor escenario para llegar a acuerdos más prolongados. Con el fuego cruzado es imposible el diálogo. La tregua también podría acabar antes de las 16 horas acordadas si acaso una de las partes la incumple con nuevos ataques. Kerry, junto a Ban Ki-moon, secretario general de la ONU, trabajan y mucho. Sus esfuerzos preliminares en El Cairo se trasladaron en las últimas horas a París, donde junto con otros 7 países, han formulado la propuesta a las partes para una tregua más duradera. Convencerlos es lo más complicado. El Hamas exige el término del bloqueo económico que le ha impuesto Israel, que es lo más crítico y sensible para los palestinos en lo inmediato. Israel pide el inmediato desmantelamiento militar del Hamas, condición también complejísima que el propio Jaled Meshal, líder del Hamas, ha negado. La comunidad internacional está jugando su partido, los líderes de Israel y Palestina deben hacerlo también pues de lo contrario todos pierden. Al cierre de esta columna es lo que se espera.