En 1879, el Perú limitaba por el sur con Bolivia, que era un país marítimo; la provincia de Antofagasta era muy rica en salitre, que era explotado por una empresa inglesa. El presidente de Bolivia, Hilarión Daza, le subió 10 centavos por quintal de salitre exportado y el gobierno chileno encontró la oportunidad de invadir Antofagasta y tomar por la fuerza las salitreras.

El Perú, gobernado por el general Mariano Ignacio Prado, había firmado un pacto de ayuda mutua con Bolivia. La idea fue firmarlo también con Argentina, pero a pesar de que la Cámara de Diputados lo aprobó, se estancó en la de Senadores, y Chile, que ya se había preparado militarmente, el 5 de abril nos declaró la guerra, con las consecuencias que todos conocemos.

Por cosas del destino, el hijo de Mariano Ignacio Prado, Manuel Prado Ugarteche, llegó a ser presidente del Perú el siglo pasado.

El 5 de abril de 1992, el presidente del Perú, Alberto Fujimori, elegido democráticamente en 1990 para gobernar solo 5 años, dio un autogolpe de Estado, cerró el Congreso, intervino el Poder Judicial, el Ministerio Público y el Tribunal Constitucional, y se convirtió en dictador y se quedó 11 años; todo esto maquinado con su asesor de inteligencia Vladimiro Montesinos, hoy preso en la Base Naval del Callao.

Las consecuencias fueron dramáticas. Se instauró un régimen autocrático, donde la corrupción y la violación de los derechos humanos fueron el común denominador; hoy el expresidente Fujimori está preso con muchos de sus exministros, generales y personal de confianza.

Ahora, por cosas del destino, la hija del dictador puede ser elegida presidenta del Perú.