La reforma que urge la Policía no solo está en cambiar la estructura organizacional de la institución, sino también en la idoneidad de su personal. En este último campo sabemos sobre la presencia de algunos agentes corruptos, pero también de varios oficiales que son malos administradores de los recursos financieros.

Es común que salte de vez en cuando un escándalo por extraños manejos económicos con relación al gasto de combustible, por dar un ejemplo. Lo mismo pasa con la asignación de viáticos a policías cuando salen a un trabajo oficial, la mala atención en la Sanidad y con todo lo que requiera una entrega y devolución de plata. ¿Cómo evitamos esto?

Es difícil tener una solución clara y precisa, pero el Ministerio del Interior debería comenzar por colocar a oficiales más preparados en la administración pública. No obstante, en la Policía todo es al revés. Las oficinas administrativas están copadas por algunos efectivos del orden castigados, una especie de congeladora por haber infringido alguna norma interna.

Es decir, es común ver que quien es parte del manejo de los recursos logísticos sea alguien con sanción en curso o alguna amonestación. Entonces, ¿cómo cesar los escándalos de corrupción en la parte administrativa de la Policía? ¿Por qué no tener un gerente al mando de la logística y no un oficial que solo sabe llenarse los bolsillos?

Considero que la Policía necesita de gente capacitada a nivel gerencial. Un buen gerente al mando del aparato administrativo sería el aceite para ese engranaje que suele fallar de cuando en vez. Un ejecutivo preparado es mejor que un oficial cuya base educativa superior se ha basado en técnicas y tácticas contra la inseguridad ciudadana.

Por eso, creo que un buen general, coronel, comandante son mejores en el campo de acción, a nivel de estrategias policiales para prevenir y reprimir el accionar delictivo, mas no rindiendo cuentas.