Hoy es un día clave para resolver la prolongada huelga de los docentes de nuestro país. La ministra Marilú Martens se reunirá esta tarde con sus representantes regionales, una cita que exigían los que en los últimos días habían tomado plazas, calles y carreteras en todo el territorio nacional.

El contraste entre la jerarquía -que tiene todo el derecho de plantear soluciones a la crisis magisterial y llevarlas a cabo- y los métodos de presión que hicieron y hacen los profesores ha originado una disputa cotidiana, que se le está escapando de las manos, principalmente a los profesores, cuyo gremio está dividido. Subsiste la figura de una cúpula del Sindicato Único de Trabajadores de la Educación del Perú (Sutep), desfasada y con un poder degradado; mientras abajo las bases asumen la protesta, la grita y los desmanes diarios. Que esto se dé por consigna o espontáneamente es materia de otro análisis, lo evidente es que no le hace ningún bien a la educación y menos al Perú.

Está la larga retahíla de reclamos, polémicas y demandas en la que se ha enfrascado el magisterio en los últimos tiempos, que lo coloca no solamente en el escenario de las reivindicaciones gremiales, sino también en el de la política, por culpa de algunos docentes con intereses ideológicos y posturas extremistas. En un breve mensaje a la Nación, el presidente Pedro Pablo Kuczynski lo había puntualizado. “No debemos mezclar la educación con las ambiciones políticas de unos cuantos”, dijo. “No deben dejar que estas personas tengan un papel en estas huelgas”, agregó en clara alusión a los que aprovechan esta circunstancia para los fines de determinados movimientos.