La primera semana de Mercedes Aráoz al mando del segundo gabinete ministerial de PPK ha sido muy promisoria. Cambio de estilos que, en una sola semana, ya marca diferencias con su antecesor.

La popular “Meche” llegó a convertirse en una de las voces más duras contra la oposición fujimorista. En realidad, desde la campaña lo venía siendo. Sin embargo, con buen criterio, ni bien se puso el fajín, se apresuró a cambiar el chip y, sin hacerse mayor problema, extendió una rama de olivo pidiendo disculpas a Fuerza Popular por cualquier agravio que se hubiese suscitado desde las elecciones del año pasado y en el primer año del Gobierno. Listo. Hizo de un plumazo lo se le pedía a otros como Kuczynski, Zavala e incluso, Thorne. Es decir, actuó como toda una política de alto nivel.

Aráoz se ha cuidado también de dar señales de que quiere limpiar la casa. Y la limpia comenzó con su propio gabinete. Se desprendió de tres lastres, las ministras de educación, salud y justicia, esta última, uno de los cerebros termocéfalos que más obstáculos colocaba a la gobernabilidad. Seguro que la profilaxis puede ser más profunda. Habrá que esperar, pero es una buena señal lo ya actuado.

La nueva premier tiene además otras dotes personales. Buenas relaciones públicas con el APRA nunca salen sobrando cuando se gobierna desde una minoría. Y es una economista preparada con amplio reconocimiento en organismos multilaterales. Quizá el punto débil lo tendrá en salud, donde tiene a un exalmirante retirado con cero en el sector. Pero esto se puede corregir. En general, parece estar encontrando un equipo con el cual echar a andar por fin a un Gobierno que estaba como arrinconado en un parqueo de estacionamiento. Ojalá estemos ante un nuevo Gobierno y que Aráoz imponga su marca. 

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