En los últimos días, he sido testigo presencial de actos de traición y de nobleza, de caballerosidad y de vileza.

Ricardo Belmont, quien había sido seleccionado en elecciones internas para postular a la Presidencia de la República, decidió retirarse de la contienda junto con Iván Dibós y Marcos Ibazeta debido a que el presidente del partido en el que iba a postular cambió las reglas de juego y pretendió imponer -con trampas y mentiras- como número 1 de la lista congresal por Lima a Isaac Humala y con él a etnocaceristas y otros extremistas.

Desde que Belmont anunció que postularía, se inició un proceso político muy interesante. Miles de personas se empezaron a organizar para expresarle su respaldo ciudadano. Pese al silenciamiento de la mayor parte de medios a su candidatura presidencial, las redes sociales y los teléfonos de los programas de Canal 11 revelaron que el respaldo hacia él crecía cada día.

El viernes hice el anuncio sobre lo ocurrido y el primer mensaje de solidaridad que recibí fue el de Renzo Reggiardo. El fin de semana se reunieron Ricardo y Renzo, y el último le dijo que no debíamos permitir que se saque a Belmont de la carrera electoral, ofreciéndole Perú Patria Segura como plataforma política para viabilizar su participación.

Por razones de índole legal, ya no era posible modificar la plancha presidencial, por lo que Belmont fue invitado a encabezar la lista congresal. Ricardo agradeció el gesto, pero optó por no participar para volver a la radio y a la televisión. Renzo contará ahora con los mejores hombres del Movimiento Obras acompañándolo en esta elección y -de ganar- Belmont se ha comprometido a ser Primer Ministro de un gobierno de coalición entre Perú Patria Segura y Obras. Gestos como este no se ven todos los días.