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Eliminar la infame forma de trabajo del personal de la Policía Nacional llamado “24 por 24”, que permitía a los agentes dar servicios particulares con uniforme y arma incluidos, ha costado mucho al país con el propósito de reforzar la seguridad ciudadana, por lo que hace mal la candidata presidencial Keiko Fujimori en plantear en su campaña el retorno a este sistema que además traía por los suelos la dignidad y el buen nombre de la institución de Alipio Ponce y Alcides Vigo.

El principal problema es que el “24 por 24” hacía que en realidad tengamos a una fuerza policial dedicada al servicio a la comunidad solo en un 50 por ciento, mientras que el resto de tiempo hacía servicios de vigilancia a particulares. Recordemos las infames escenas de los agentes del orden debidamente uniformados cuidando en las puertas de colegios, hoteles, casinos, chifas y demás, donde incluso ayudaban a los clientes a parquear sus vehículos.

Es cierto que en tiempos difíciles para la economía, cuando era casi imposible subir los sueldos de los policías, este sistema sirvió para que los custodios salgan a buscársela dando servicios a particulares. Así compensaban lo que no podía darles el Estado. Esto sucedió en los años 90 bajo el mandato de Alberto Fujimori, en una coyuntura muy distinta, y así se mantuvo hasta el actual gobierno del presidente Ollanta Humala.

Hoy el Perú es otro. En primer lugar, existe un grave problema de inseguridad en las calles que hace muy necesario que todos los policías estén al servicio de la ciudadanía, y no de privados. En segundo, el Estado ya cuenta con recursos para mejorar los ingresos de los agentes, tal como se ha venido haciendo. Y ojalá se les pudiera pagar más. Bajo esa óptica, qué sentido tendría llevar a la práctica la propuesta de la candidata Fujimori.

Necesitamos efectivos en las calles y también una institución que sea respetada por todos. No se puede tener a custodios del orden para estar al servicio de 30 millones de peruanos, convertidos en vigilantes particulares, pues esa no es su función. Los candidatos deben lanzar propuestas razonables que no afecten la seguridad y que a su vez sirvan para levantar la imagen de una policía que por años ha sido maltratada por los excesos del “24 por 24”.

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