Nuevamente existe la sensación de que tenemos un gobierno que siempre se ve apremiado por sus necesidades políticas. El Perú de estos días presenta una pugna política en flujo. Las discusiones, enfrentamientos y amenazas de censura son recurrentes.

Ayer la Comisión de Fiscalización del Congreso propuso que el Ministerio Público evalúe denunciar al presidente Pedro Pablo Kuczynski y al premier Fernando Zavala por supuesto encubrimiento de actos irregulares del exconsejero presidencial Carlos Moreno. A esto se añade la citación del ministro de Economía y Finanzas, Alfredo Thorne, ante el mismo grupo de trabajo, por la conversación que sostuvo con el contralor general de la República, Edgar Alarcón. Y eso no es todo: el 21 de junio será interpelado el ministro del Interior, Carlos Basombrío.

“Su situación es delicada”, dijo la presidenta del Congreso, Luz Salgado, al referirse a la presentación de Thorne en el Legislativo. “Esperamos que el ministro de Economía renuncie para evitar la interpelación”, agregó el parlamentario fujimorista Daniel Salaverry.

Es evidente que en la lucha política que se da en el Congreso no habrá piedad con el oficialismo. Las acusaciones e interpelaciones parecen ser la continuación de la agresividad iniciada hace un año, en plena campaña electoral, y que ahora tiene como teatro de operaciones el Parlamento.

Si bien es cierto el fujimorismo es un proyecto que tiene como objetivo llegar al poder y todo lo que hace apunta a eso, el Gobierno no cuenta con los reflejos para construir un sistema de acuerdos con la oposición.