En circunstancias en que comienzan a normalizarse las clases en la mayoría de las instituciones de la educación básica, debiera priorizarse lo siguiente: Habilitar los locales escolares. Esto implica que las condiciones básicas de educabilidad y seguridad permitan el desarrollo adecuado de las sesiones de enseñanza- aprendizaje.

Cuidar la salud de los estudiantes. Los espacios físicos deben ser fumigados. Debe primar la higiene, el lavado de manos, la ingesta de alimentos en buen estado, así como otras medidas sanitarias. Apoyo emocional. Los niños, niñas y adolescentes han vivido y viven directa o indirectamente un conjunto de emociones que conforme se acumulan generan sentimientos de desmotivación, tristeza, desconfianza, frustración. Por eso, debe haber un acompañamiento de carácter tutorial y psicológico. Comprender qué es lo que ha pasado. Por los medios de comunicación se habla de calentamiento global, fenómeno del Niño costero y desastres naturales. De acuerdo con el grado de estudios, los alumnos deben tratar estos asuntos.

Recuperación de clases. Si bien la experiencia nos dice que estas no se concretan al cien por ciento, hay que hacer un esfuerzo para que los educandos se pongan al día.

Utilizar las vacaciones de medio año es una buena idea, pero no es suficiente. Traslado de alumnos. Varias familias están alojadas en otras localidades. Los hijos e hijas debieran ser matriculados inmediatamente en los colegios públicos ante su solicitud. Por cierto, estas tareas le corresponden no solo al sector Educación, sino a otros como los de Salud, Ambiente y Vivienda en las instancias nacional, regional y local. También es importante el aporte de las organizaciones de la sociedad civil y de las comunidades educativas.