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La decisión de suspender a Venezuela del Mercosur es una responsabilidad exclusiva del propio régimen chavista, que lo único que ha estado haciendo es sostener una relación de confrontación con los gobiernos de Argentina, Brasil y Paraguay, que precisamente fueron los países que mayoritariamente -Uruguay se abstuvo- votaron por su suspensión. La realidad es que los tiempos para Venezuela en el Mercosur no son los mejores. Incumpliendo sus obligaciones en el mayor bloque de Sudamérica, estaba cantado su final. Venezuela ingresó en el Mercado Común del Sur gracias a la fecunda amistad que se profesaron, mutuamente, el finado Hugo Chávez con el expresidente brasileño Lula Da Silva y con los Kirchner, en Argentina. Hoy, los gobernantes en estos países son otros, los que no precisamente han continuado la empatía del pasado profesada hacia el régimen venezolano; al contrario, se han mostrado abiertamente frontales con Caracas, y para ello bastaría con solo revisar la posición del argentino Mauricio Macri que, desde los tiempos en que era candidato a la Presidencia de su país, se había mostrado discordante con Maduro. Estar donde a uno no se lo quiere es fatal, y eso le está pasando a Venezuela. La reacción de la canciller llanera, Delcy Rodríguez, ha sido desmedida pero sobre todo impropia al decir que se ha provocado un golpe de Estado contra Venezuela por la referida suspensión. Una completa exageración con alta dosis demagógica y hasta con cuotas de ignorancia. La verdad es que Venezuela nunca encajó en el Mercosur, pero sobre todo nunca debió salir de la Comunidad Andina donde su rol estaba como anillo al dedo. Los bloques deben construirse por afinidades no por favores y deben mantenerse por compatibilidades políticas no por disidencias ni por imposiciones. Venezuela no debe insistir, porque en el bloque no se participa por derechos adquiridos sino por afinidades político-económicas. En adelante, Venezuela deberá comportar un status exactamente como el que tiene Bolivia, es decir, en calidad de observador, donde solo tiene voz pero no voto. Una pena por su pueblo, que sigue padeciendo los errores de un gobernante que no merece.