La noche en que tomaron Correo
La noche en que tomaron Correo

A veces las coincidencias son extrañas. Dos días antes de la visita oficial a Lima de Raúl Castro Ruz, hermano y representante personal de Fidel, el régimen dictatorial de Juan Velasco Alvarado decretó la intervención de los principales diarios nacionales: El Comercio, La Prensa, Correo, Ojo y Última Hora. Fecha: 27 de julio de 1974, hace 40 años.

En la Parada Militar del 29 de julio, Velasco hizo sentar a su derecha al jerarca cubano y ambos vieron desfilar el armamento soviético; en tanto, los diarios recién confiscados realzaban la presencia del funcionario castrista.

"No hay revolución con prensa independiente", sería el mensaje de Fidel que Raúl Castro transmitió a Velasco durante su visita, según el periodista Bernardino Rodríguez, autor de una crónica prolija sobre el tema.

La noche del 29 de julio hubo una protesta de civiles en Miraflores y decenas de detenidos.

Sostienen algunos que Velasco precipitó la intervención para halagar a Castro y remarcar la orientación procubana del régimen, pero cabe precisar que el control de la libertad de expresión, y el de la prensa, era una obsesión de la Junta Militar desde el golpe del 3 de octubre de 1968.

El 1 de noviembre de ese año se ordenó clausurar temporalmente los diarios Expreso y Extra, La Tribuna (APRA) y el semanario Caretas. En marzo de 1974, Expreso y Extra habían sido intervenidos y entregados a una informe comunidad laboral.

PROTAGONISTAS. Correo conversó con Arturo Salazar Larraín y Agustín Figueroa, dos reconocidos periodistas y protagonistas de este episodio.

Salazar escribía en la sección de opinión (editorial) de La Prensa (ya desaparecida). Años más tarde fue director de ese diario. Hoy tiene 88 años.

Figueroa era director del diario Ojo, publicación hermana de Correo. Ambos tabloides tenían sede en la Av. Wilson, en el Centro de Lima. El local de La Prensa se ubicaba en el céntrico Jirón de la Unión. Ese 27 de julio, el diario El Peruano publicó los decretos. Las redacciones de Lima estaban sobre aviso. En cualquier momento llegarían los comisarios elegidos por el régimen militar.

NOCHE DE BRONCA. "Ya nos habían avisado que irían en la noche", rememora esos días Agustín Figueroa. "Yo me quedé en el periódico y entonces entraron los policías armados y con perros. Entraron a la fuerza y tomaron el control del diario. Poco después llegó Enrique Agois, que era el director en esos tiempos. Enrique tuvo un fuerte altercado con los integrantes de la comisión interventora a la que el Gobierno había encargado la dirección de los diarios Correo y Ojo", recuerda.

En la comisión había periodistas y trabajadores a los que los propietarios llamaron traidores. "Luego se tranquilizó Enrique Agois y nos dimos cuenta de que nos teníamos que ir (...) y salí con Enrique y uno de sus hijos y solo nos dejaron llevar la fotografía de Luis Banchero Rossi. En el carro se encontraba Luis Agois Banchero, quien era muy joven en ese momento", agrega.

Los diarios parametrados con la dictadura perdieron progresivamente los niveles de tiraje y lectoría. Los sectores políticos de oposición los enfocaban como símbolos del régimen. Durante los sucesos de la huelga policial del 5 de febrero de 1975, una turba atacó e incendió el local del diario Correo, dirigido entonces por adictos al gobierno militar.

NOS IGUALAMOS CON CUBA. "Tomaron todo el control del país. Si pudiera usar una sola palabra sería: catástrofe. Nos igualamos a Cuba. Fue algo catastrófico que ha hecho daño al país hasta la actualidad", prosigue.

La calidad periodística se degradó, según Figueroa. "Era un periodismo muy servil a los militares", dice.

La hipótesis de Figueroa señala que Velasco necesitaba el control total sobre la prensa "antes de comenzar a comprar armamento soviético. Esta fue una estrategia que la podemos llamar de la traición y de la puñalada por la espalda".

"Dieron una ley de prensa que fue hecha por Héctor Cornejo Chávez, que traicionó sus principios democráticos, hizo la Ley de Prensa e intervino en la expropiación de medios", acota "El Tigre".

UN "PROFE" DE LÓGICA. Quien encabezó la intervención en La Prensa fue el profesor universitario Walter Peñaloza Ramella. "Yo conocía bien al doctor Peñaloza. Había sido mi profesor de Lógica en San Marcos, un excelente profesor", relata Salazar Larraín.

Peñaloza arribó como a las 8 de la noche, flanqueado por un coronel de la Guardia Civil y cuatro agentes armados. Salazar Larraín y un buen grupo de periodistas aguardaban en la Redacción. El director Pedro Beltrán estaba deportado en Europa. Un hijo suyo dirigía el diario. El coronel se dirigió a Salazar para presentarle al nuevo director. "Peñaloza -recuerda Salazar Larraín- interrumpió al coronel y dijo: 'Yo conozco al señor Salazar Larraín' y me extendió la mano. Yo se la dejé en el aire. Le dije: 'Yo a usted lo desconozco ahora". Esto desencadenó la adhesión del personal periodístico. Finalmente, todos fueron desalojados por los guardias.

La Prensa estaba en la mira del gobierno militar. Se lo había ganado a pulso. Diez días antes había resaltado una declaración crítica de la Federación de Periodistas del Perú (FPP), presidida por Arturo Salazar Larraín: "Los objetivos y finalidades del gobierno de las Fuerzas Armadas, al margen de su justicia y necesidad histórica, ni pueden ni deben recortar o condicionar la libertad de expresión que son inherentes a la dignidad humana".

A inicios de julio, la FPP de Salazar Larraín reunió en un almuerzo gremial a todos los directores de diarios. Al día siguiente, el diario Expreso -adicto al régimen- publicó una foto a toda página de aquella reunión pública bajo el título: "Complot". La idea era sugerir la existencia de conciliábulos contra el Gobierno.

NUNCA MÁS. "Fue una caída completa y del periodismo en particular", sentencia Salazar, que ejerció también la cátedra en la Universidad San Martín. "Les he dicho a los jóvenes que nunca vuelva a suceder algo así", precisa. A su juicio, en los seis años que duró la intervención, decayó la calidad periodística y también la tecnología. Mientras en Sudamérica la prensa ingresaba a la era digital, en el Perú de Velasco los diarios intervenidos seguían usando el linotipo y el vaciado en plomo.

Hoy el Perú respira aires de libertad, pero siempre hay que estar atentos a cualquier afrenta contra la prensa.

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