Desde 2019, los nombres de Ricardo Mendoza y Jorge Luna, humoristas salidos del stand up y con algunas participaciones en cine y televisión, empezaron a cobrar notoriedad por un irreverente programa emitido por You Tube, cuyo título no podía ser más exacto respecto a su contenido: “Hablando Huevadas”. Tras cinco años de tener su propuesta en el ciberespacio, la popularidad y la bonanza económica de los mencionados conductores creció impresionantemente, convirtiéndolos en exitosos influencers y sobre todo en celebridades. Todo marchaba sobre ruedas, nadie cuestionaba su éxito, hasta que hace una semana se difundieron algunas declaraciones de una entrevista que dieron a Verónica Linares en la que los muchachos ninguneaban a sus seguidores. “No me gusta que me estén jodiendo en la calle, si salgo es porque mis hijos ya están muy aburridos, y no quiero regalarte tres segundos de mi tiempo”, dijo Luna. Mendoza no se quedo atrás con su opinión sobre su relación con los fans: “De verdad me quita tiempo, tengo que detenerme, saludar a alguien. Yo no te conozco, tengo que fingir que te quiero y no te quiero, no te conozco. Queremos que los fans entiendan que en el escenario somos una cosa y en la vida real es otra cosa completamente distinta”. Las declaraciones de la dupla se convirtieron en tendencia en las redes sociales y la indignación de sus colegas no demoraron en llegar, aunque valgan verdades, algunos de ellos lo piensan pero no lo dicen. Todos los que sueñan con la popularidad y alcanzan ese “privilegio” deberían entender que como dice un viejo dicho: “la carne sale con hueso”, si logras que el público respalde tu trabajo en cualquier actividad artística, este merece respeto, empatía y no el desprecio, porque ellos te lo dieron. Pero los humoristas cuestionados saben que se desarrollan en un mundo en el que los códigos son otros, de sus cuatro millones de seguidores, solo se les fueron 10 mil y la mayoría no se sentirá afectado por lo que dijeron, porque precisamente, eso es lo que les gusta de ellos, que digan lo que quieren escuchar y muchas veces sin límite y llegando al exceso. Solo hay que recordar a Luna y Mendoza, que así como solo les interesa agradar al público sobre el escenario, y no fuera de este, pronto esos seguidores encontrarán nuevos humoristas con otro discurso al que le darán su respaldo y a ellos los dejarán en el camino, y si los ven por las calles se cruzarán a la otra vereda.