Los hábitos diarios son los que modifican nuestra manera de pensar. Es por ello que grandes personas de la ciencia tenían costumbres que tenían para poder potenciar su inteligencia.
El autor Marc J. Seifer comentó que el inventor y físico Nikola Tesla flexionaba los dedos de sus pies para estimular su cerebro. Por otro lado, Einstein, uno de los científicos más reconocidos en todo el mundo tenía extraños hábitos con los que buscaba que su inteligencia perdure en el tiempo.
El sueño era un punto importante en la vida de Albert Einstein. Es por ello que él prefería dormir 10 horas al día. Según la BBC, los avances que ha tenido la historia de la humanidad tales como la tabla periódica y la estructura del ADN surgieron cuando los descubridores estaban dormidos, por lo que se puede intuir la importancia del sueño en la vida de Einstein.
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Pero dormir dicha cantidad de horas no era suficiente, sino que él también tomaba siestas en el día. Se cree que él se sentaba en un sillón con una cuchara en la mano y un plato de metal. Cuando se quedaba dormido soltaba la cuchara y se despertaba al sonido de la cuchara.
El sueño no era lo único importante en la vida de dicho científico, sino que las caminatas lo permitían vivir bien. Él solía caminar 5 kilómetros en ir y volver a la Universidad de Princeton. Para muchos esto no tiene mucha relación con el cerebro, sin embargo esta actividad permite que los lóbulos frontales participen en procesos tales como el juicio, lenguaje y memoria.
Además, Einstein era un fumador de pipa empedernido. Él comentó en una ocasión que esto le contribuía a tener un juicio calmado y objetivo en los asuntos humanos.
Pese a sus extraños hábitos en una ocasión comentó a la revista Life que lo más importante era el hábito de la curiosidad. “Lo importante es no dejar de cuestionar. La curiosidad tiene su propia razón de existir”, comentó.
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