Cuando Alberto Ísola tenía 14 años quería ser escritor. Jamás imaginó convertirse en actor o, como él define lo que hace, un director de teatro que actúa. Así, lo que empezó en Italia como una aventura por hacer una carrera teatral, lo llevó a volverse una de las figuras más importantes del arte de las tablas en un nuestro país.
Hace poco se cerró el Teatro Larco en Miraflores. ¿Ese hecho es una muestra de que nunca existió un boom del teatro?
Nunca lo hubo. Yo no usaría la palabra “boom”, sino “espejismo”. Lo que pasó fue que el teatro empezó a tener un protagonismo mayor en los medios de comunicación y la publicidad. Había una aparente sensación de bonanza que no correspondía con la realidad. El cierre del Teatro Larco me apena muchísimo, pero salió a relucir, nuevamente, el mismo problema por el que yo también me fui de ese espacio hace 20 años: la cantidad de público que te va a ver no alcanza para cubrir los gastos.
La eterna falta de público...
Hay que enfrentarla de manera más decidida. Siempre hubo un desfase entre el deseo de hacer teatro de altísima calidad y un público que no es constante ni lo suficientemente amplio. El peruano promedio no está acostumbrado a ir al teatro, no es parte de las opciones cuando tiene tiempo libre. Eso no implica falta de cultura, quiere decir que así han sido las cosas y vale la pena luchar porque cambien.
¿Qué tipo de acciones pueden atraer a las personas para que se animen a ir al teatro?
Por ejemplo, desde el año pasado estoy muy involucrado en el Programa de Formación de Públicos del Gran Teatro Nacional. Hicimos un espectáculo de Shakespeare para estudiantes de secundaria. Eso es lo que debemos seguir haciendo.
¿Este desolador panorama no se contradice con la reciente apertura de más escuelas de teatro?
Creo que nunca hubo tantas escuelas de teatro y talleres como ahora. La cantidad de alumnos que se presenta a estas facultades es muy grande. Por eso, la pregunta que yo le hago a mis alumnos es: “¿ustedes saben en qué se están metiendo?”, pues me parece que muchos de ellos se dejan llevar por esa falsa sensación de éxito.
Ahora estás dirigiendo Un país tan dulce, una obra por los cien años del fallecimiento de Leonidas Yerovi. ¿Qué te animó a embarcarte en este proyecto?
Esta obra nace de la pasión por la obra de Leonidas Yerovi, a quien admiro mucho y que a través de su trabajo poético y periodístico habla de la crisis del teatro, del clima, de la censura y la corrupción. A mí me da escalofríos porque son cosas que escribió en 1907. Yo creo que si no hubiera sido un hombre de teatro, sería historiador. Las cosas no pasan por mera casualidad, mirar atrás nos ayuda a entender el porqué.
PERFIL
Alberto Ísola
Actor y director
Estudió en la PUCP, Milán y Londres. Es profesor de Teatro en la Universidad Católica desde hace más de 20 años. Ha dirigido 44 obras de teatro hasta el momento.
DATO
8 años de edad tenía el actor cuando subió por primera vez a los escenarios.
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