Alejandra Costamagna: “Este es un libro sobre el desarraigo y la pertenencia”
Alejandra Costamagna: “Este es un libro sobre el desarraigo y la pertenencia”

La narradora chilena Alejandra Costamagna compartió con Correo lo que trae su nuevo libro El sistema del tacto, con el que fue finalista de la última edición del Premio Herralde de Novela. Además, la escritora reflexionó sobre la reedición de Dile que no estoy (Estruendomudo, 2018), que presentó en la Feria del Libro Ricardo Palma durante su reciente visita a Lima.

¿Cómo tomas que tu novela El sistema del tacto haya quedado finalista del Premio Herralde de Novela?

Me da mucha alegría y también algo de vértigo, porque es un libro que me acompañó en silencio por un tiempo larguísimo. Y ahora tendré que soltarlo. Pero, claro, me da muchísimo gusto también que sea publicado por Anagrama.

¿Puedes adelantar un poco sobre qué cuenta tu novela? 

Este es un libro sobre el desarraigo y la pertenencia, sobre dos países separados por una montaña, sobre la familia, sobre las ausencias, los recuerdos y las palabras. La novela comienza con el viaje de la protagonista de un lado a otro de la Cordillera de los Andes para despedir a su tío, en representación familiar. Un viaje de 1500 kilómetros, que es también una huida del presente y un desplazamiento hacia las fronteras difusas de la memoria. El relato se despliega en episodios que van desde los años setenta del siglo XX hasta las primeras décadas del XXI, con saltos hacia un pasado aún más lejano: el de las migraciones italianas a una Argentina que prometía ser la América productiva y soñada.

Hace unos días presentaste en Lima Dile que no estoy. La novela ha sido reeditada luego de 11 años. ¿Qué encontraste en esta nueva lectura?

Lo releí, claro. Pero no le cambié nada. De alguna forma, me pareció que mi respiración cuando lo escribí seguía siendo la misma de ahora. Es decir, que hoy lo escribiría igual. Puede que el contexto en que circula hoy haga que el libro se lea distinto, y eso me interesa mucho. Ver las nuevas resonancias, las lecturas posibles que el mismo tema pueda gatillar diez años después. Desde el contexto político hasta la mirada de género, por ponerlo en términos amplios.

¿Cómo fue la exploración de la relación que tiene un padre con su hijo, como se cuenta en la novela? ¿Te dio nuevas luces o interrogantes de este tema u otros? 

reo que uno de los asuntos que vuelve una y otra vez en mis libros es la complejidad de las relaciones filiales. Los silencios, las fracturas, las omisiones y la fragilidad de los vínculos al interior de las familias permiten abordar asuntos de la condición humana que van mucho más allá de la intimidad. La relación entre un padre y un hijo, en ese sentido, puede ser también una metáfora de los símbolos de autoridad que naturalizamos y reproducimos todo el tiempo. En el caso de Dile que no estoy, el hijo no se halla a sí mismo en la masculinidad impuesta y reflejada en la figura de su padre. Y eso va a ser fundamental para lo que venga.

¿Qué fue lo más difícil al escribir Dile que no estoy? ¿Tal vez algo que no te pasó con otros libros? 

Tal vez fue dar con la perspectiva. Durante más de un año trabajé la novela con un registro en primera persona, pero había algo que me incomodaba ahí. Un ruido. Hasta que, probando y probando, di con esta especie de tercera persona engañosa o narrador indirecto libre que me permitió asumir las distancias y las cercanías con lo narrado de manera mucho más fluida. Y una vez que apareció eso, la novela se fue como por un tubo.

¿Ahora estás escribiendo un nuevo libro? 

Siempre hay ideas, pero no hay nada que tenga forma aún.