A sus 23 años, el joven pianista ruso Alexander Malofeev no solo es uno de los más cotizados en su especialidad, también ha rendido a sus pies a las más exigente crítica musical que no escatima elogios a sus interpretaciones. Tras su concierto en el emblemático Carnegie Hall de Nueva York, Malofeev enrumbará a Lima para ofrecer un recital en el Teatro Municipal el próximo 1 de noviembre. El reconocido músico conversó con Correo y reafirma con humildad que está lejos de considerarse una estrella.
¿Qué piensas cuando lees reseñas de los diarios más importantes del mundo, como The New York Times, entre otros, que te califican como un pianista con habilidades técnicas brillantes?
Realmente no pienso mucho en las reseñas, porque creo que el problema de los críticos es que deben escribir algo diferente cada día, sobre distintas experiencias ¿verdad? Es un trabajo realmente difícil que no tiene mucho en común con la creación musical. Para mí lo más importante es lo que piensa la audiencia, esa es la razón por la que todos hacemos música.
¿Entonces cuando te consideran un prodigio del piano, lo tomas solo como un halago?
Eso es algo que la gente escribe siempre en los comentarios de Internet. Hacer música requiere mucha dedicación, desde una temprana edad. Yo crecí en Rusia y en mi país la música clásica es históricamente importante. Había tantos verdaderos prodigios a mí alrededor, en el sentido de que yo comencé profesionalmente algo tarde. Quizás tenía 11 años cuando empecé a considerar la música como mi camino. Si piensas que eres un prodigio, debes recordar que siempre habrá alguien que será mejor que tú, porque es un proceso interminable.
Dijiste que en Rusia, culturalmente hablando, todos crecen con música clásica ¿En tu caso, por qué elegiste el piano?
Mis padres querían que pasara tiempo fuera de casa, así que me llevaron a casa de mi abuelo, donde había un piano. No querían que tocara ningún otro instrumento, así que se decidió que mis hermanos y yo estudiáramos piano. Comenzó de manera casual, no muy profesional, pero supongo que tuve mucha suerte con el maestro que por 14 años tuve en Rusia. Entré a la escuela de música profesional cuando tenía 12 años y gané algunos concursos y tuve muchos conciertos, incluyendo recitales con orquesta.
¿En qué momento te diste cuenta que la música era tu camino? La experiencia más importante que tuve en Rusia fue la oportunidad de subir al escenario desde pequeño. Más tarde toqué con la Orquesta Mariinsky y otras orquestas rusas y ya tenía un calendario de conciertos. Esa fue la razón por la que entendí lo que quería hacer en mi vida, porque de alguna manera, practicar muchas horas en casa tocando el piano puede ser divertido, interesante, relajante, pero solo al subir al escenario entiendes la verdadera razón de todo esto. Empezar a sentir la conexión con una audiencia desde temprana edad es muy importante para alimentar el amor por la música en la práctica personal.
¿En tu carrera qué significaron las competencias y los premios que has recibido? La mayoría de mis competencias ocurrieron cuando era chico y simplemente fue un paso lógico: aprendes un programa y quieres tocar en algún lugar, así que vas a una competencia. Después de ello ocurrieron muchos eventos que fueron más importantes para mí que esas competencias, no conozco a un solo músico al que le guste. Todos los músicos las odian. Aunque algunos de ellos no lo dicen en voz alta. No hay nada realmente divertido en las competencias.
Hablando de las experiencias que construyes con tu público, regresas a Perú y esta vez a pedido del público.. Se siente increíble porque, de alguna manera, Lima fue mi primera visita a Sudamérica… Y esta es mi segunda vez. Es genial, se siente maravilloso porque, como dije, tuve un momento realmente memorable con ustedes. He tocado en muchas salas diferentes, pero el público de Lima es algo más. Estoy deseando que llegue el día.