La lactancia materna es uno de los dotes femeninos más naturales que existe, es la fuente de alimento principal que todo bebé debe de tener, siendo exclusivamente dado por la madre. Sin embargo, cuenta la historia que, en los años 1895, mujeres que se estrenaban como madres de las sociedades ilustradas de Lima no cumplían con este rol. Uno de los motivos principal era por temor a perder su figura física, desgaste fisiológico y para seguir con sus labores de alta alcurnia. Es así que estas mujeres de dinero, solicitaban por medio de anuncios en los periódicos, esclavas y sirvientas –de preferencia de raza negra- que cumplieran con los requisitos adecuados para cuidar y alimentar al menor recién nacido. De esta forma, a estas mujeres se las denominaron “amas de leche” o “nodrizas”. Muchas de ellas, habían dado a luz recién o tenían niños pequeños quienes aún lactaban.
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Según el libro de Lavallé, Bernard (1993). Promesas ambiguas. Ensayos sobre criollismo colonial en los Andes, a comienzos del Virreinato peruano, las mujeres indígenas se dedicaban a la crianza de primeros españoles americanos, a quienes daban de lactar con sus senos, y más adelante este trabajo fue realizado mayormente por mujeres esclavas y libres negras, mulatas, y por otras castas. Esta costumbre de lactancia por alquiler fue heredada de los europeos desde la Antigüedad, era considerado como apropiado que las mujeres de la aristocracia contrataran los servicios de las mujeres campesinas para cumplir el deber de amamantar y alimentar al bebé.
DISCRIMINACIÓN.
Años más tarde, prohibieron el empleo de las amas de leche, decretado por la metrópoli española, pero no por proteger a las mujeres que ejercían esta labor, sino, porque se creía que con la ingestión de la leche materna se transmitían a los niños ideas y costumbres provenientes de la mujer lactante. Además, se creía también que las mujeres que tenían un carácter fuerte y que habían pasado un mal día, esto le pasaría al menor con su “mala leche”, en estos casos las mujeres eran despedidas de su trabajo como amas. Cuenta el portal “Truxillo.pe” que los periódicos constituyeron un terreno propagandístico para concretar la venta o alquiler de aquellas trabajadoras. Como fue el caso de “El Diario de Lima” (06/01/1791) decía: «Venta de dos criadas, una para ama de leche y otra para jornal, una mulata que sabe coser, planchar y lavar» y en “El Comercio”, (31/07/1856) se leía: «Se ofrece una ama de leche entera sana, de buenas costumbres y con garantías; en la fresquería plazuela de San Lázaro darán razón».
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