Antonio Salerno, en su primera novela, “El ruido del silencio” (Multiverso, 2020), entrega una historia contada en clave epistolar, donde lo que no se dice, los secretos, mueve la intriga del libro para ahondar en antiguas verdades dentro de una familia y una sociedad.
Los libros suelen nacer de interrogantes. ¿Cuáles fueron las tuyas al momento de escribir esta novela?
Yo relaciono la literatura, sobre todo, con la locura, con una necesidad inexplicable de contar algo escondido en el subconsciente. Las preguntas en realidad aparecen en el camino. Uno se cuestiona a partir de este proceso creativo. Primero es el impulso, después aparecen las preguntas, las respuestas, los silencios. Con esto no apoyo a la literatura hecha por sí misma como fin, sino como arte. Arte y locura son equivalentes.
¿Y qué descubriste en esta exploración llamada escritura?
Que el lenguaje es insuficiente. Es cierto que debe haber un método y reglas para escribir con claridad. Pero vivimos una generación de un Bluf de la Literatura Peruana. Ahora abunda la autoficción, la escritura automática, literatura muy bien escrita. Sin embargo, más allá de la buena utilización del lenguaje, que es indispensable, deben prevalecer las ideas. Y de eso adolece mi generación. Ya no hay ideales ni concordancia entre el discurso público del autor y el contenido de un libro.
Utilizas cartas como mecanismo para construir el silencio, la intriga en la novela. ¿Por qué?
La voz de un escritor Dios me pareció insuficiente. Hay ocasiones, como esta, en la que las voces de los personajes pugnan por salir. Y un escritor debe aprovechar ese nervio, esas voces que lo atormentan, para darle fuerza a la historia.
Muchos escritores señalan que lo no dicho a veces es lo más importante en la historia. ¿Buscaste esa dimensión de lo secreto en tu libro?
Hay mucho espacio para leer entre líneas, para interpretar, en lo que escribo. Considero que este libro no es literal, por eso la elección de una cartografía inventada. Es la transposición de una etapa de Latinoamérica y el Perú (la Reforma Agraria) que pretende develar la censura y el dolor de la sociedad en aquel tiempo.
¿Tu formación de sociólogo influyó de alguna manera en la escritura del libro?
No. Escribí este libro antes de ir a la universidad. Incluso hubo un intento de publicar la novela cuando estuve cursando los primeros ciclos. Mi conciencia de clase viene de otros espacios. Mi familia vivió las dos caras de la Reforma Agraria, la cúspide y la caída del régimen de Velasco. Además, fueron migrantes del campo a la costa. Y esos recuerdos, esas heridas, siempre han rondado las sobremesas en casa.
¿Cuál es tu siguiente paso como escritor?
Como escritor no espero nada de la literatura, siempre lo digo. Pero considero que hay una necesidad palmaria de literatura con principios. Hay una urgencia de libros con alma. Este libro es la antesala a otros proyectos que llevan mucho tiempo esperando. He escrito en silencio todos estos años una novela que espero publicar próximamente. Solo quiero que se lea lo que escribo, no busco validarme como persona a través de la literatura.
Para ti, la literatura es…
Lo que voy a decir es un modo de sentir muy personal. En mi caso esto de escribir es una adicción. La literatura me ha hecho tanto bien como mal. La verdadera literatura tiene la cualidad de degradar y destruir a quien la escribe, tanto como las drogas.