Ariana Harwicz, escritora argentina: “Escribo sobre lo que  me tortura la cabeza”
Ariana Harwicz, escritora argentina: “Escribo sobre lo que me tortura la cabeza”

La escritora argentina Ariana Harwicz, quien ingresó al mundo de la literatura en 2012 con Mátate, amor, novela que dio inicio a la trilogía conformada además por La débil mental (2014) y Precoz (2015), concedió una entrevista a este diario en la que habló sobre su escritura salvaje, cruel, mortal y obsesiva, características que la convierten en una de las mejores voces latinoamericanas de los últimos años.

Dijiste que luego de escribir la novela Mátate, amor, la primera de esta trilogía, quedaste exhausta. ¿Cómo terminaste con La débil mental

Es la misma sensación. Es un poco la sensación de ya no querer vivir más. Una sensación sí, de agotamiento, de haberlo dado todo. Una vez que termino un libro, no es que a la hora empiezo a pensar en otro; hay una sensación de vacío, silencio, corte o retiro para volver a escribir. Mientras habito en el libro, es tan intenso todo que una vez que se termina, quedo agotada físicamente.

¿De qué te nutriste para La débil mental? 

Tengo la sensación de que uno cuando escribe dice: ya está, ya no puedo escribir más, el mundo terminó. Son finales bastante fuertes, explosivos, apocalípticos, salvajes, mortales; no termina de manera tibia. Para La débil mental, yo vivo en una zona semirrural, ando errante, imaginando, tratando de captar de dónde puede venir la novela. Un día apareció un personaje femenino, una mujer, la hija. Tenía algo de debilidad mental, como retardada, pero sin ser retardada fisiológica, sino con una actitud de idiota. Me di cuenta de que estaba enamorada de un hombre casado. Esa idiotez producto del deseo me dio pauta a decir: acá hay una débil mental.

¿Cómo aparece el personaje de la madre? 

Es una buena pregunta, porque no es solo una relación erótica con un hombre casado. Del otro lado está la madre que la espía cuando ella duerme o se masturba, que la incita a usar corpiño, a que se bese por primera vez para ir abandonando la niñez y pasar a la pubertad y adolescencia. A mí como escritora eso me pareció lo más conmovedor: una madre que trata de acelerar la infancia me parece algo perverso porque los niños deben vivir su infancia. Esta madre quiere apurar el proceso de maduración de una niña para que sea su cómplice e ir de copas a las pubs a levantar tipos. Es una antimadre.

¿Hay una crítica al modelo familiar de los tiempos moderno? 

No buscado, no hay pretensión. Sería ideologizar la literatura, y si la ideologizas, pierdes. No soy religiosa ni antirreligiosa ni militante, nada. Pero sí es un jaque a cierto modelo de maternidad; acá hay una antimadre que pone a la hija en el lugar de una amiga madre; se invierten los roles.

¿Por qué te interesa abordar las pasiones humanas: la obsesión, el erotismo, la marginalidad? 

Si algo no se elige en esta vida son las obsesiones. Yo soy incapaz de elegirlas. No es que no elija una historia de secuestro o terrorismo de Estado porque no quiero o me parece menos productivo, sino que simplemente escribo de lo que no me deja dormir, lo que me tortura la cabeza. Lo que más me perturbó en estas novelas fue esta relación de madre e hijo en Precoz; de madre e hija en La débil mental, cruzada por el deseo varonil.