“Tu amor y dedicación a la poesía es transparente. Se siente, además, que tú has entendido lo que eso significa: se trata de una pasión avasalladora y sin sentido, una llamarada que nos envuelve y no deja a nuestro alrededor sino cenizas, pero, ¡qué deslumbrantes cenizas...!”, le escribió Jorge Eduardo Eielson a Eduardo Chirinos (1960-2016) en 1988, en una carta publicada en el suplemento Culturas y recogida en el libro Hojas sin tallo (Mesa Redonda, 2013).
Esa claridad de la que hablaba Eielson, después de leer Rituales del conocimiento y del sueño, se percibe en la nueva antología Cuando suena la música (Lumen, 2019).
voces. Esta reciente publicación, cuya selección y prólogo estuvo en manos de Azucena López Cobo, es un camino hecho de silencios, palabras y música, donde la poesía de Chirinos revela rincones insospechados de esta realidad.
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“La pretensión de esta antología es a la vez modesta y ambiciosa. Modesta porque reconociendo la extensión de la obra de Chirinos, no aspira a mostrar la totalidad de sus intereses y recursos poéticos. Ambiciosa, en tanto que propone al lector el mayor número posible de voces adoptadas a lo largo de treinta y cinco años”, dice López en el texto introductorio.
El libro, que cuenta con Cuadernos de Horacio Morell, Crónicas de un ocioso, Sermón de la muerte, Recuerda, cuerpo..., entre otros poemarios.
Un viaje al centro de su poesía.
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CIFRA
348 páginas tiene el libro Cuando suena la música, que se presenta el 29 de julio en la FIL Lima 2019.