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El sombrero es una pieza fundamental de la cultura arequipeña, cuya historia se remonta a la época de la conquista. Desde entonces, ha experimentado un proceso de mestizaje, adaptándose a las costumbres locales y convirtiéndose en un símbolo distintivo de la región. A lo largo de los años, este accesorio ha ganado relevancia y se ha integrado en la vida cotidiana de los arequipeños.
Tradicionalmente, el sombrero de paja, palma o macora con ala ancha, ha sido un elemento indispensable en las tradicionales peleas de toros en Arequipa. También era común entre los agricultores o chacareros, quienes lo usaban como un emblema de su tradición, sin saber que además proporcionaba protección contra los intensos rayos solares de la región.
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Mónica Cahuina, propietaria de “Sombreros para Todos” en el mercado San Camilo, ha dedicado más de 25 años a la venta de sombreros. Según ella, este producto en Arequipa se utiliza desde 1840 como un símbolo de estatus social. En el pasado, los jóvenes alcanzaban la madurez y podían usar el sombrero a los 21 años, marcando un rito de paso hacia la adultez.
Originalmente, solo la nobleza y los chacareros adinerados podían permitirse sombreros de alta calidad, mientras que los trabajadores y ayudantes usaban sombreros de tela más económicos. Hoy en día, existe una variedad de sombreros en Arequipa, incluyendo los de macora, palma y paño, cada uno con características y precios distintos.
Según Mónica Cahuina, a menudo, los sombreros, especialmente los de macora, son malentendidos. Algunas personas los desechan al verlos sucios o dañados, sin saber que estos sombreros se pueden lavar y reutilizar. El sombrero también es crucial para protegerse del sol, ayudando a prevenir problemas como el cáncer de piel, por lo que se recomienda usar sombreros de ala ancha.
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El sombrero de macora, también conocido como sombrero characato, es el más representativo de la ciudad. Su elaboración es un proceso meticuloso que puede llevar hasta tres meses, ya que la paja se teje solo durante unas pocas horas al día, cuando está el clima templado. Este proceso artesanal requiere paciencia y habilidad, reflejando el cuidado y la dedicación de los sombrereros locales.
problema. En la actualidad, el oficio de sombrerero se está perdiendo en algunas localidades. Los artesanos que aún practican este arte han heredado la tradición de sus ancestros y continúan elaborando sombreros de manera artesanal, preservando técnicas que datan de generaciones pasadas.
El precio de los sombreros varía, desde 18 soles para los importados hasta 7,000 soles para los de mayor calidad y tejidos finos. El proceso de fabricación de un sombrero puede durar entre un mes y mes y medio, reflejando el nivel de detalle y habilidad necesarios para su creación.
Comprar un sombrero artesanal no solo implica adquirir un objeto, sino también llevarse consigo el esfuerzo y la dedicación del artesano. Cada sombrero cuenta una historia de trabajo, errores y perfección, y representa una parte del corazón y alma del creador.
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“¿sabías que cuando compras a un artesano estás comprando más de un objeto? Estás comprando horas de errores y experimentaciones, momentos de frustraciones y alegría no estás comprando más que un objeto estás comprando un pedacito del corazón de parte del alma de una pequeña parte de alguien, usted sabe cuando tejen el sombrero están a veces de mal humor están tristes por eso dice que estás comprando un pedacito de parte de uno estos sombreros son artesanales, hechos 100% a mano”, dijo Mónica.
A pesar de la competencia con sombreros sintéticos fabricados en otros países, el sombrero arequipeño sigue siendo único por su calidad y el proceso artesanal que lo caracteriza. La paja utilizada es especial y requiere un cuidado particular en su elaboración.
El sombrero chilico, por ejemplo, es conocido por su elegancia y necesita un cuidado meticuloso, similar a un zapato de charol, mientras que el sombrero macora es más resistente y versátil, comparable a un zapato de cuero. Ambos tipos de sombreros tienen sus propias características y requisitos de mantenimiento.
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El sombrero de junco, el primer tipo comercializado en Arequipa, se usaba en el pasado y ha sido reemplazado por otros estilos más modernos y duraderos. Aunque el junco ya no es común, sigue siendo un testimonio del legado de la sombrerería en la región.
En el negocio de sombreros, Mónica Cahuina lleva más de 25 años y ha visto a numerosos personajes públicos, incluidos presidentes como Alejandro Toledo, Alan García y Martín Vizcarra, usar estos sombreros. Esto subraya la importancia cultural y la prestigiosa reputación de los sombreros arequipeños.