La pandemia del coronavirus ha mostrado que la soledad suele ser una puerta infranqueable, a pesar de la virtualidad.
Las cuarentenas remarcaron que las videollamadas, los chats, las conversaciones telefónicas, en diferentes plataformas, no son suficientes. ¿Pero la presencialidad siempre lo es?
El aislamiento no es nuevo, ya existía una distancia inevitable con los otros.
Nos sentimos parte y ajenos del mundo, pero seguimos en el conmovedor afán de quebrar esos muros, llenos de miedos, incertidumbre y deseos, como lo hacen los personajes de la “Trilogía de la pandemia”.
El libro de Ernesto Barraza reúne tres obras de teatro —“Kheper”, “Ausente” y “Paraíso”—, que exploran las posibilidades de la soledad.
El escritor David Foster Wallace dijo en una entrevista que la literatura puede romper con la soledad de nuestras conciencias.
La ficción o el lenguaje. Las palabras que, a través de las pantallas o en una hoja de papel, insisten en la travesía de comunicar lo que pasa en la cabeza de cada uno.
“El margen blanco / donde siempre germina / lo inexpresable”, dice el haiku del poeta Javier Sologuren sobre la escritura.
Esa dirección toman los textos de Barraza: mirar por la grieta del aislamiento, desde la imposibilidad de lo que no se puede ver.
En medio de esa bruma, como la peor crisis sanitaria de las últimas décadas, se puede hallar caos, esperanza, la vida más pura.