Leila Guerrero quiso escribir un artículo pero terminó haciendo un libro sobre Bruno Gelber, uno de los cien mejores pianistas del siglo XX, una persona laberíntica que, como la música, guarda un misterio que tal vez solo él conozca.
La periodista ingresó al mundo del genial músico argentino para desvelar las profundidades de su vida en su último libro: Opus Gelber. Retrato de un pianista (Anagrama, 2019).
¿Qué fue lo que te fascinó para adentrarte en el universo del músico?
Lo que me resulta muy singular de Bruno es su absoluta entrega a la vocación, a la pasión de la música. Es como una especie de monje del piano, un entregado, un arrebatado del arte, del don que tiene. Y eso me resulta atractivo. Además, está una serie de singularidades que viene con eso. El haberse superpuesto a la polio que tuvo cuando era chico. Puede parecer a primera vista un hombre con una extravagancia un poco superficial y no lo es. Su absoluta inteligencia, su capacidad para reírse de sí mismo, su fortaleza tremenda: es una de las personas más fuertes que he conocido. Así, pensé que esto no podía ser un artículo, sino un libro.
¿Fue difícil separarte de la historia, un relato al que Gelber quiso hacerte entrar como protagonista?
Siempre tengo muy claro que la cercanía con un entrevistado puede ser mucha, pero también hay una distancia óptima. Entonces, a la hora de entrevistar y escribir no fue complicado alejarme de la historia. Sí fue complicado manejar esta relación en la que Bruno traccionaba hacia él y me quería poner en el centro de la escena. Pero tampoco era tan así porque me preguntaba mucho acerca de mí, pero después terminaba refiriéndolo todo a él mismo y a sus propias experiencias. Era difícil manejar esa relación, me ponía muy incómoda porque me hacía preguntas sobre mi pareja, lo que yo consideraba lo que eran los celos, etc. Fue un libro muy complicado también por eso, porque había que buscar una distancia óptima en esa relación.
¿Peregrinar hacia su mundo te hizo entenderlo de otro modo o sentiste que no basta con el periodismo -aunque siempre brota una luz- para conocer a alguien como él?
En este perfil, más fuerte que nunca, aparece esa pregunta de cómo será él cuando está solo. Porque Bruno es un hombre que, a pesar de que se abrió mucho, no tiene respuestas predecibles. Nunca se llega a conocer a alguien del todo, obviamente, pero siempre brota una luz con el periodismo o cualquier otro tipo de acercamiento. Creo que llegué a entender buena parte del mecanismo del funcionamiento de la cabeza de Gelber, de sus motivaciones, pulsiones, etc., porque pasé muchísimo tiempo con él y no hay manera de que las defensas permanezcan altas durante un año. Llegué a unos puntos profundos, pero sigo creyendo que esa imagen completa, siendo él un hombre tan laberíntico, solo la tiene él mismo.
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¿La soledad es una de las grandes dimensiones de la vida de Gelber que quiere desentrañar el libro?
No. La soledad es un componente fuerte, pero siento que hay una soledad elegida en él en el hecho de no querer convivir con otra persona. Él no tiene una obligación, sino que elige sus relaciones según los afectos más que por el lazo de sangre. Viajó y viajó y se pasó mucho tiempo solo en hoteles y aeropuertos, etc.: esa es una parte dura, pero él lo ha tomado de una manera vitalista, como parte de su trabajo. No creo que la soledad sea una de las grandes dimensiones de la vida de Bruno. El libro se hace otras preguntas acerca de la voluntad, de la imprevisibilidad, de cómo se conforma una personalidad tan compleja y multidimensional como esta.
¿Gelber llegó a leer el libro?
Supongo que lo habrá leído. Yo se lo entregué y después empecé a viajar muchísimo, y no pasé en mi casa más de dos días seguidos. Así que no volví a hablar con él de manera tranquila.