Llámalo como quieras, el cuento según Keith Lee Morris
Llámalo como quieras, el cuento según Keith Lee Morris

Keith Lee Morris (Misisipi, 1963) cuenta que tenía cerca de 15 títulos para nombrar a su segundo libro de cuentos y que, en la confusión de las diversas opiniones sobre sus historias, le envió un correo a su editor Tony Perez donde le decía: “Solo llámalo como quieras”.

Un frase sencilla, como la prosa del escritor estadounidense, que se aproxima a la esencia de los 13 cuentos que conforman Llámalo como quieras, que acaba de ser publicado por primera vez en español por la editorial peruana Pesopluma.

Los cuentos de este libro, ganador de uno de los Estímulos Económicos del Ministerio de Cultura, navegan entre el realismo y el surrealismo (o el absurdismo, según el autor), donde los personajes, desde su cotidianidad, reconstruyen lo que ha sido su vida, a través de los relatos de sus recuerdos, y se topan con el fracaso, la muerte y la tragedia.

Los textos, además, están contados con una sutil ironía y desde una distancia que entrega otra experiencia de lectura sobre el abismo en que caen los protagonistas.

En el cuento “Camel Light”, por ejemplo, Morris logra que el argumento evidente de que su personaje Rick Steuben encuentre un cigarro en su casa, donde ni su esposa ni él ni sus hijos fuman, desencadene un relato donde se revelan las frustraciones y miedos del protagonista, una condición humana que toca al lector.

traducción. Julio Durán (Iquitos, 1977), autor de Incendiar la ciudad y La forma del mal, contó que la sencillez y la profundidad del relato “Testimonio” lo atraparon y, cuando consiguió el libro de Morris, publicado en el 2010 en Estados Unidos por la editorial Tin House, “me pareció una colección que merecía ser traducida”.

“En algunos relatos, lo difícil era el ritmo sencillo y directo; en otros, la voz enrevesada e intensa. Hay un relato en especial, ‘Ayúdame’, que me hizo pensar mucho en si algunas cosas deben traducirse siempre o no, pero diría que el mismo trabajo de traducción resolvió esa interrogante. Al terminar el primer borrador, ya tenía claro que traducir el texto no bastaba, había que transmitir la sensación (en el caso de dicho relato, la extrañeza) que el autor quería plasmar. El principal reto fue decidir”, reveló Durán a Correo.

De esta manera, el público hispanoamericano podrá encontrar un modo indefinible de escribir cuentos e ingresar al mundo ficcional de Morris por medio de este libro que, para el autor, “es una forma de comunicación. Es una conversación”.