El rastro de su gusto por la historia nos remonta a su infancia, mucho antes de que visitara los archivos donde descansan los documentos con olor a pasado. Sus juegos estaban ambientados en 1910, en el siglo XIX, en la Segunda Guerra Mundial, con juguetes y con las invenciones de la imaginación de un niño que se divertía solo.
Esto recuerda Luis Jochamowitz cuando intenta responder la razón de su gusto por el material histórico.
“Escribo desde chiquito y lo hago porque es placentero”, afirmó el periodista.
Un inicio de diversión y placer que parece reflejarse en la escritura de Papeles fantasma (Planeta, 2018), su libro de cuentos donde la ficción envuelve a distintos personajes de la historia peruana.
El autor, a quien le molesta que le digan “biógrafo de Fujimori”, conversó con Correo en su vivienda de Chorrillos sobre el pasado y el presente, dos tiempos que en nuestro país se confunden y se mezclan semana a semana.
¿Cuánto se han pervertido los papeles en la historia peruana?
Se ha destruido un 98 por ciento, y quizá más. Tal vez estamos en un filito del papel, es todo lo que ha quedado, y es enorme. Yo lo describo como una pericotera, un baúl lleno de cuartetas, polvo, recortes. Ese detritus que queda del papel cuando pasa mucho tiempo.
En su relato “La colección Padilla” se ve cómo gruesos tomos terminan siendo utilitarios ¿Ese será el futuro de lo letrado?
No, yo creo que siempre va a existir. El libro no va a morir, por ejemplo. El libro es un invento genial: dura todo lo que quieras, es de material orgánico, huele bien, es relativamente barato, ocupa poco espacio. Es uno de esos inventos como el tenedor o la escalera. Nadie va a hacer un tenedor mejor. Tampoco desaparecerá el mundo que está en torno al libro. Pero va a ocupar un lugar secundario, ya lo está haciendo, en cierta forma, frente a la imagen, lo electrónico. Los letrados siempre van a tener un lugar importante porque serán como bilingües. Tendrán el mundo letrado, pero también compartirán el otro.
Entrando un poco a la actualidad... No me irás a preguntar sobre Fujimori... (risas). Acabo de escribir un artículo sobre MAD (Marco Aurelio Denegri). A él le llegó a hartar que le llamaran el sexólogo. Le estaban arruinando la carrera. Te pedía: “Por favor, no me llames ‘el sexólogo’ en tu nota”.
Y a usted le ha hartado que le digan...
Biógrafo de Alberto Fujimori. Me molesta, me deprime. La prensa necesita etiquetas, temas generales. Así es.
Volviendo a la coyuntura, los audios de la corrupción parecen una continuación de los vladivideos...
Somos la república videocrática. Es muy razonable porque somos un país ágrafo, semianalfabeto. Entonces, ¿dónde están los documentos? Están en los videos. Pero es la misma continuación.
El historiador E.H. Carr decía que se miraba el presente con esa luz del pasado y se intuía algo de lo que vendría en el futuro. ¿Esto significa que no hemos entendido nuestra historia?
Tenemos un montón de intuiciones, pero no liquidamos. No hacemos verdadera liquidación del pasado. No limpiamos la casa. Seguimos con las pulgas. Y, claro, nos echamos un poco de talco, y creemos que ya no nos pica, pero ahí están las pulgas. Y va a volver a ocurrir si no hay liquidación del pasado. Es terrible esto, casi me enardece.
Nuestra historia es repetitiva. Por ejemplo, en su relato de Tomás Meza desliza que el final de los presidentes peruanos es salir presos o como fugitivos...
Tomás Meza existe, fue un mayordomo de Palacio que escribió un librito de memorias. Y comienza con José Pardo, en 1918. Con Pardo tratando de salir por la escalera de la parte de atrás de Palacio y tomando un taxi para irse rápido, pero sin darse cuenta de que estaba rodeado de policías. El siguiente es Leguía: entra cargado en un sillón y alguien grita: “¡Hasta que te mueras!”. Termina de madrugada, con úlcera, sentado en la parte de atrás de un carro. Creen que van a ser eternos y son incapaces de considerar que esto se va a acabar.
¿Es irremediable este final para los presidentes peruanos?
Como no hay una pista institucional, unas reglas que cumplir, y los dejas a su libre albedrío, terminan derrapando. En los últimos años hay otros factores. Son personajes muy menores que no han estado a la altura del cargo, que es enorme y es de una representación simbólica, dramática, histórica. Todo lo resumen a él. “Yo soy importante. Yo lo he logrado”. No, tú eres la expresión de una colectividad que te supera infinitas veces. Ni un segundo han comprendido adónde llegaron. No sé cómo le irá a Vizcarra. Yo le tengo fe, me gusta que sea provinciano.