La poesía es misterio, revelación, identidad, belleza. Un mundo donde Marco Martos lleva más de medio siglo: escribiendo, estudiando, enseñando.
Testigo y partícipe de varias generaciones poéticas, Martos nos habla de su trayectoria, su acercamiento a la escritura y los poetas que marcaron el país y su vida, como su amigo Javier Heraud.
Su poema “El Perú” fue leído en Lima 2019 y ahora ha sido distinguido por el Ministerio de Cultura...
La primera palabra es gratitud, en el fondo a la sociedad que reconoce a un poeta que ha estado en esto por décadas y, de pronto, se hace visible.
Es maravilloso que a través de la poesía se transmita la identidad…
Sentí eso. Algunas veces el poeta conecta con el pueblo. Y que ese poema, otros también, conecta con un sentimiento nacional. Quisiera que la poesía llegue a más personas, pero que nunca exceda en sus fueros.
¿Cuánto ha cambiado su acercamiento al misterio de la poesía?
Hay algo que permanece y lo aprendí muy joven: la poesía procura decir más cosas con menos palabras. Es un lema interno que llevo. Lo que sí ha cambiado es que la práctica poética y la propia vida me han hecho salir de los asuntos personales. La manera de ser universal es ser local. ¿De qué escribo? De lo que conozco. Y cuando no, procuro saber.
¿Y su forma de leer o releer qué tanto ha cambiado?
Me gusta leer cosas nuevas. Soy un poeta diferente a los otros: me encanta la novela y leo muchas. En los últimos dos años habré leído 50 novelas. Mencionaré a dos autores: Uno Leonardo Padura y Clarice Lispector.
Se recomienda que los narradores lean poesía para mejorar la prosa. ¿Para los poetas es al revés?
Uno se enriquece leyendo literatura en general. La literatura es una, no son dos. No es que la novela va por un lado y la poesía por otro. Diría que lo central es la poesía. Las mejores novelas contienen poesía.
Usted publicó un libro de cuentos…
Sí, me interesa. Volveré al cuento. Siempre estoy por volver, pero la poesía me urge más. Me gustan mucho las interioridades del cuento. He escrito algunos, pero pocos.
¿Se considera un vallejiano?
Sí. Vallejo es un autor de cabecera al que siempre recurro. Es el que ha llegado más lejos en poesía y no solo en el Perú, sino en lengua española. En sus poemas, siempre mezcla técnicamente lo mejor de la tradición con palabras y dichos de la vida cotidiana. Ejemplo: “Un pan que en la puerta del horno se nos quema”. La acusación que se le hace en “Los heraldos negros” es que tiene un dolor demasiado romántico. Antonio Cisneros ha dicho que Vallejo es un poeta llorón. Esa es la caricatura de Vallejo. Creo que está equivocado. Vallejo es de tal poder que supera cualquier imperfección supuesta porque el conjunto es muy bueno, incluso en esos poemas donde hay aparentes caídas.
Ahora se ha estado revalorando a poetas como Javier Heraud, María Emilia Cornejo y Luis Hernández…
Los he conocido. Mi vida se transformó con la muerte de Javier Heraud. No lo podía creer. Fue como un rayo que me había caído, porque lo conocía y lo quería. Se llama ucronía: qué hubiera pasado con Heraud si no hubiera muerto. No lo sabemos, pero sí que tenía un talento prodigioso. Y María Emilia también nos toca mucho a los de San Marcos, porque se formó ahí, venía al taller de poesía. Es otra muerte que nos partió el alma. Sabíamos de su inmensa calidad, expresada en pocos poemas. Son los eternos poetas jóvenes.
La decisión de Heraud de irse a Puerto Maldonado…
Un joven es arriesgado. Yo fui tocado por la muerte de Heraud y, por lo tanto, todo lo que siguió después, la guerrilla, lo miré con pinzas y lo escribí en un poema que se llama “No es la hora de Rimbaud”, que salió publicado en el año 69. No lo hice después. Ya en ese momento pensé que la cólera no es suficiente para provocar cambios.
Para terminar, pensando en su poema “El Perú”, ¿ha cumplido todos sus sueños en la poesía y la vida?
La poesía ha dado sentido a mi vida. Es lo que estoy haciendo y lo haré hasta el final. Ha organizado mi vida alrededor de la palabra. Y, por último, no ha perturbado mi desarrollo natural, de hombre que trabaja como profesor. Debo gratitud a la poesía.
Perfil
Marco Martos es poeta peruano. Nació en Piura en 1942. Ha publicado “Casa nuestra”, “Cuaderno de quejas y contentamientos”, “Donde no se ama”, Caligrafía china”, entre otros poemarios. Es presidente de la Academia Peruana de la Lengua.