De niña, sus lecturas favoritas no eran los cuentos sino las obras donde aprendía de los planetas y el asombroso cosmos. Hoy, con 76 años de edad, María Luisa Aguilar, la primera astrónoma del Perú, es una de las científicas abanderadas que busca aportar todo su conocimiento al país hasta su último aliento.
Usted fue por mucho tiempo la única en su rama.
Así es. Entre hombres y mujeres, era hasta hace unos años la única astrónoma. Ahora tenemos alrededor de 20 profesionales. Todos mis alumnos.
¿Qué falta para tener la carrera de astronomía en el Perú?
Queremos una en San Marcos, pero necesitamos que las autoridades de mi universidad nos faciliten el sistema de contratos.Se han dado casos donde han regresado becados del extranjero y no se les ha podido contratar por cuestiones burocráticas.
¿Solo es burocracia?
Si se arregla eso, lo demás es posible. Tengo colegas del extranjero que han ofrecido dar clases y ayudarnos a diseñar la carrera. También hay instituciones dispuestas a donar equipos. Incluso, ya íbamos a tener nuestro observatorio astronómico, pero lamentablemente está abandonado.
¿Cómo así?
Conseguimos un local en Maranganí (Cusco). Faltaba solo la cúpula , pero cuando conseguimos el dinero para comprarla, el alcalde Eustaquio Vilca, sin dar razones, se opuso.
¿Y otras autoridades no pueden intervenir?
Esperamos que el Concytec pueda coordinar con la presidencia regional de Cusco. El observatorio está a 4 mil m.s.n.m. Hicimos un gran esfuerzo para tenerlo.
¿Y no pensó trabajar en el extranjero?
Tenía un contrato listo para irme a Estados Unidos, pero lo rechacé. Yo me había divorciado y pensé en mis hijos pequeños. Además la idea de aportar lo que sé a mi país.
Estudió en Argentina, ¿qué tal esa experiencia?
Era principios del 60 cuando viajé. Me dedicaba solo a estudiar. Gané la beca interna y conocí a grandes maestros como Jorge Sahade, el primer latinoamericano que presidió la Unión Astronómica Internacional, entidad que reconoce a los astrónomos profesionales del mundo. Luego me especialicé en Estados Unidos, Brasil, Inglaterra y otros países.
¿Cuál fue su sensación al regresar al Perú?
Me sentía sola. No había con quién hablar de astronomía, pero empecé a trabajar en San Marcos. Hicimos cursos y conferencias con personalidades como María Reiche. También ganamos un concurso de la Unión Astronómica Internacional para que astrónomos extranjeros dicten clases en la universidad.
¿Y cómo surgieron más astrónomos?
En la facultad implementamos cursos optativos para los interesados en astronomía, luego se les conseguía becas para estudiar en el extranjero. Así hay buenos profesionales como Rafael Carlos, el primer doctor de ese grupo.
Algunos piensan que la astronomía solo estudia las estrellas...
Sí, pero va más allá de eso. La tecnología de hoy es gracias a la astronomía. La electrónica, la fotografía, la ingeniería y otras disciplinas se han desarrollado a partir del trabajo de los astrónomos.
¿Qué satisfacciones le ha dado su carrera?
De joven viví un terrible machismo. Al ser la única astrónoma en el Perú algunos profesores mayores decían que era una carrera de mujeres. Hubo momentos ingratos, sin embargo, puedo decir que he tenido una vida sacrificada pero feliz. Tengo el reconocimiento internacional, colegas y alumnos que me estiman y respetan. Todo esto vale mucho para mí.