Osvaldo Cattone: “Me emociona que la gente quiera verme todavía”
Osvaldo Cattone: “Me emociona que la gente quiera verme todavía”

A don  le preguntaron hace unos días si pensaba en el retiro. Tiene 86 años, está próximo a cumplir 87, y su entusiasmo es envidiable. Ha dirigido 142 obras solo en Lima, porque también lo hizo en Buenos Aires y París. Muchas de estas ficciones fueron en su hogar, el Teatro Marsano, donde nos recibe para conversar sobre la reposición de El Padre.

¿Recuerda usted desde hace cuánto le han mencionado el tema del retiro? 

La prensa, en general, hace tiempo que me llama “viejo”. Desde que tenía 60 años me preguntan cuándo me retiro. Tengo 87 años y no estoy cansado. Ansioso sí, por lo que es El Padre. La preventa ha sido brutal. ¿Por qué me voy a retirar si con esto gano mucho dinero? La gente viene a verme todavía. En esta tarea coherente y continua de tener un teatro propio y desarrollar mi tarea de actor y director. Ahora, yo no tengo el teatro como plataforma a mi monumento. No lo tengo para lucirme yo. Hago espectáculos en donde yo no actúo. Pero cuando lo hago, porque me doy el lujo de hacerlo, pues antes que director y productor soy actor. Me emociona mucho que la gente quiera verme todavía.

Durante una obra, mencionó que desea actuar porque quiere seguir aprendiendo. ¿Qué le significa su presente?

El presente es todo lo que existe; el pasado, un cementerio y el futuro, una incógnita. Puedo hablar sobre mi ilusión de hacer una obra en el 2020 que compré en París, pero hay que ver si llego. Eso ya forma parte del destino. ¿Por qué no tener esa ilusión de proyección? El proyecto es lo que me da la sensación de futuro. Estoy bien, tengo muchas ganas. A lo mejor llego a viejo, porque ahorita no lo soy.

Bien dijo en Vivir es formidable que la vejez es un estado mental... 

Hay personas que tenemos el privilegio de no envejecer. No significa que no tengas arrugas o que me vea joven, pero transmito esa energía. Tengo 86 años, cuánto más voy a durar, no lo sé. Quizá llego a los 100. Seguramente no actuaré. Hago papeles de viejos, no de muchachos, sino aquellos que me vayan. En la obra, soy el padre de Vanessa Saba en la ficción.

¿Cómo entiende usted lo que significa la obra El Padre? 

La obra empieza con una persona mayor, como yo, que de pronto se va perdiendo. Entonces, cambian los nombres, las imágenes. Ya no reconozco a mi hija en la ficción, le pregunto hasta quién es. No es que sea otra persona, yo la veo de otra manera. Es el alzhéimer contado desde quien lo padece.

¿Por qué este es uno de los personajes que más le gustó hacer?

Cuando terminó la obra, el público me ovacionó como si yo fuera un actor importante. A mí me asombra el éxito de El Padre. Qué raro que el público de Lima quiera ver una obra donde se sufra tanto. Siempre pensé -ese fue mi error- que a la gente le gusta divertirse. Me equivoqué, siempre se aprende. Mira la cosa rara. Yo no soy un actor popular, las chicas no me persiguen en la calle. Sin embargo, he conservado como prestigio quién es Cattone sin que aparezca en la televisión.

¿Cómo ha visto usted el crecimiento del teatro en nuestro país?

Me gusta mucho ser espectador de teatro. En mis días de descanso voy a ver a mis compañeros. Pienso que se está haciendo muy buen teatro, con grandes actores, porque es mi herencia. Llegué acá en los años setenta y el teatro estaba en pañales, sin criticar a quienes estaban. Creo que ese es mi mérito, yo ayudé a que las personas que nunca fueron al teatro asistieran, que le perdieran el miedo. Antes acá era elitista, ahora es masivo. Quizá no tenga la fuerza del cine o televisión, pero permite que los actores vivan de esto.

TAGS RELACIONADOS