La faceta más erótica y desinhibida del pintor español Pablo Picasso hace subir la temperatura de uno de los veranos más calurosos que se recuerdan en Lima, con una exposición de grabados en los que figuras desnudas de hombres, mujeres y seres mitológicos protagonizan creativas y variopintas escenas sexuales.
La muestra se inaugura hoy en la galería Pancho Fierro de la Municipalidad Metropolitana de Lima (MML) y muestra por primera vez en Perú veintiocho grabados de Picasso, trece de la colección “El entierro del Conde de Orgaz” y quince de la colección “La flauta doble”, cedidos por la Fundación Universitaria Iberoamericana (Funiber).
Tanto las piezas del primer grupo, elaboradas alrededor de 1966, durante los últimos años de vida del pintor malagueño; como las del segundo conjunto, realizadas entre las décadas de 1940 y 1950, muestran la destreza de Picasso para marcar su inconfundible trazo en el grabado, técnica con la que produjo más de 2.000 obras.
Entre los grabados expuestos destacan dos representaciones del minotauro, una de las figuras recurrentes en la carrera artística de Picasso, dibujado en el momento en que ese monstruoso ser posee con ferocidad a una frágil y sensual ninfa.
Otras obras nos trasladan a famosas escenas de la mitología griega, desde un Dionisio, dios de la lujuria, que bebe vino a porrón, hasta paisajes surrealistas del Hades, pero en todos se encuentra como denominador común una recreación en la desnudez y en instintos primitivos de los personajes.
La directora de la obra cultural de Funiber en Perú, Paola Vañó, explicó a Efe que en estos grabados Picasso sublima su sexualidad en su madurez más absoluta, “un período muy fructífero en el que se muestra sin tapujos, con una creatividad desbordante y una libertad inusual, nunca antes vista en sus obras precedentes”.
“Todos estos personajes son unos voyeristas, y están observando una serie de actos sexuales y libertinos. En eso Picasso dejó fluir sus deseos y proyecciones”, dijo Vañó.
Así consigue que el espectador se convierta en un testigo más de la escena al despertar de manera pícara su curiosidad por explorar las formas y posiciones de los cuerpos crudos, a veces ocultos inteligentemente en una sucesión de trazos que desvelan de a pocos los detalles más íntimos.
“Ya alcanzó todo. Ya probó todo, y en esta última etapa de su vida vemos que Picasso deja salir de él toda la exuberancia, sensualidad y plasticidad a través de su conexión con el sexo y lo hace con el grabado, que él producía con gran entusiasmo y pasión, y con una técnica muy limpia y estilística”, añadió Vañó.
Entre las pocas piezas que no evocan erotismo existe uno de los alrededor de 400 retratos que Picasso hizo a la joven Jacqueline Roque, su última esposa, a quien en esta ocasión representó de perfil en 1955, en el inicio de una relación que mantuvieron hasta la muerte del artista en 1973 a los 91 años.
El surrealismo acompañó más que nunca a Picasso en sus últimos años y mucha de la mitología representada en su obra recuerda las escenas de la cosmovisión griega elaboradas por Francisco de Goya ya que, según Vañó, a diferencia de su contemporáneo Salvador Dalí, el pintor malagueño eligió a Goya como referencia.
Para ilustrar la muestra, Picasso se encuentra presente entre sus grabados mediante una fotografía tomada en una plaza de toros durante su última etapa de vida, documento cedido por la Agencia Efe de su archivo gráfico.
La exposición, patrocinada por la embajada de España en Perú, el Ministerio de Cultura de Perú y la Universidad Científica del Sur (Ucsur), estará abierta hasta el 5 de marzo y su acceso es gratuito.
La exhibición de los grabados del maestro del cubismo y el surrealismo coincide con el octogésimo aniversario de la primera presentación pública del Guernica, la pintura más emblemática de la obra artística de Picasso
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