Roberto Ángeles tiene más de 40 años en el teatro. Un director inagotable, maestro de varias generaciones de actores. Aunque no le guste aparecer en las fotografías -casi no da entrevistas-, su nombre es uno de los más representativos de la escena teatral peruana.
En el contexto actual por el coronavirus, alejados de los escenarios pero esperando volver a conversar en las butacas, a la expectativa de una obra, lo entrevistamos para conocer sus ideas sobre lo que será el teatro después de la pandemia.
Siempre te has mostrado optimista con la dramaturgia peruana y las nuevas generaciones. ¿Crees que se superará esta crisis? Definitivamente. No será de manera inmediata pero la superaremos largamente. A lo largo de la historia de occidente ha habido largos momentos de ausencia del teatro, largos, pero el teatro volvió, siempre mejor, más creativo. Quizá esta pausa nos sirva para reflexionar lo que no está funcionando en nuestro teatro: hay grandes sectores de Lima adonde no llega el teatro, como si el teatro no existiera ahí, zonas de enorme población que no conocen nuestra dramaturgia y tampoco la producen. El teatro en esos grandes sectores no existe, salvo como actividad escolar o parroquial, pero profesionalmente no tiene espacio. Hay grandes esfuerzos como el de la oficina de formación de públicos del Gran Teatro Nacional que ha logrado un gran contacto con esos sectores, pero es mucho lo que falta aún. Me da temor decir que nuestro teatro en Lima es casi totalmente occidental y hasta ahora no ha encontrado sintonía con los sectores migrantes que han llegado a Lima con una cultura muy diferente a la que los profesionales del teatro tenemos acá.
¿Cómo cambiará eso? No lo sé. Denisse Dibos y Chela De Ferrari han hecho intentos pero sin resultados significativos. Se me ocurre que las municipalidades de esos distritos podrían construir sus salas y propiciar su propia dramaturgia y producción, pero por ahora tienen otras prioridades. En Villa El Salvador y en Comas hay un mayor desarrollo del teatro local, desde hace décadas, quizá por ser los más prósperos. Pero son iniciativas particulares, de grupos culturales, mas no del municipio ni del Ministerio de Cultura. Creo que el cine y la música peruanos han llegado muchísimo mejor que el teatro a todos los sectores de Lima grande. Creo que el teatro de dramaturgia local debe surgir en su propio territorio, no puede ser importado, pero los gobiernos locales deben crear las condiciones para que eso surja.
El coronavirus nos ha hecho repensar nuestra cotidianidad, desde lo personal hasta lo colectivo. ¿El teatro, en temas o formas, cambiará después de esta pandemia? No cambiará nada en los temas, más bien surgirán nuevos temas, pero sí se acentuará más el aspecto artístico, actoral y dramatúrgico, y modificará sustancialmente el modo de producción. El marketing y la promoción cambiarán radicalmente. El teatro será mucho más accesible. Real.
¿Cómo llevas la docencia, una actividad que realizas hace mucho tiempo, en este contexto? Está paralizada hasta que las cosas se flexibilicen.
¿Tu taller de formación actoral parará o buscarás hacerlo de forma virtual? Será temporalmente virtual cuando las normas se relajen un poco.
¿El arte es una forma de sobrellevar el aislamiento social? El arte es una forma de sobrellevar la vida y nuestra peruanidad, vivir en el Perú es un arte excepcional, somos el premio Nobel del arte de vivir, en todo sentido.
¿Ahora estás leyendo más o escribiendo una obra? No leía tanto desde que estaba estudiando en Londres hace 33 años a los 33, la edad de mis hijos. Estoy creando estructuras para nuevas obras de teatro, revisando obras peruanas para mi próximo libro, mi sexto compendio de dramaturgia peruana, y ordenando mis archivos, aplaudiendo cada día a las 8 de la noche por mi ventana a los médicos, policías, y empleados de la municipalidad de mi querido distrito de Miraflores.