En “El accidente” (Seix Barral), su más reciente novela, Santiago Roncagliolo, a través de un thriller trepidante, vertiginoso y que deja sin aire al lector, cuenta la historia de una abogada de clase alta, que en menos tiempo del que se imagina, ve destruida su vida al vincularse con la tragedia y el hampa. “El texto originalmente fue escrito para el podcast de una actriz y tenía que descansar solo en su voz, pero alguien que escucha una historia, sobre todo tan larga, tiene menos atención que el que lee, entonces pensé que había que ser muy rápido. En vez de inspirarme en libros, me inspiré en series, como Ozark, cuando la hemos pasado a novela, hemos hecho un trabajo al revés, no de novela a podcast, sino de podcast a novela, y ha conservado ese ritmo como vertiginoso, de las series”.
Definitivamente, el proceso creativo de esta novela ha sido diferente.
Claro, porque viene de otro formato, pero desde el inicio era mejor una novela, que un podcast. Lo que hice fue empezar a jugar, ya no pensando en libros, sino en las nuevas formas de contar historias que estaba ofreciendo la tecnología.
Al margen del medio que se use, por delante estará siempre el oficio del escritor. Yo me considero un narrador de historias, por las novelas es lo que más se me reconoce, porque está mi nombre en la portada, pero he escrito también memorias de gente, libros infantiles, he escrito en otros formatos, lo que a mí me fascina es la magia que generan las historias. Me fascina de cómo de algo tan pequeño como un libro, o un enlace de internet, de repente accedes a otro mundo, y el mundo ya no se limita a tu despacho o a las paredes de tu cuarto.
¿Eres excesivamente escrupuloso para corregir tus textos?
Voy corrigiendo mucho mientras escribo, trabajo mucho con la escritura, entonces, conforme avanzo con algo, pienso, esto hay que sembrarlo antes, o preparar este momento, o cambiar este personaje para que entre mejor en esto. Escribo en todas las direcciones, conforme voy avanzando vuelvo, y preveo qué cosas van a tener que ocurrir después para darle continuidad. El libro es un ente orgánico, va adquiriendo su forma conforme se avanza.
Maritza, la protagonista de tu novela, una mujer con la vida resuelta, pocos imaginarían que se involucraría con el hampa y el delito. Sí, de hecho ahora mismo es el caso de Chibolín, persona del espectáculo que gana un montón de dinero, con amigos muy poderosos, y que de repente está acusado de delitos y no solo él, sino mucha gente. Yo conozco gente, que no es famosa, que creció en un medio, digamos bien, y acabaron presos por fraude bancario, narcotráfico, lavado de activos, desfalco; porque incluso la economía que no es delictiva, es tan informal y tiene un gran espacio oscuro, que en un momento no te das cuenta y ya te desplazaste al otro lado.
Hay personas que parecen inofensivas y terminan siendo grandes mafiosos, y cuando entras a su entorno ya no hay forma de salir.
Claro, cuando ya das el primer paso no hay marcha atrás. Otra de las historias que estaba en la base de esta novela, fue la de un amigo que me dijo que le ofrecieron un soborno, él tenía un puesto público y le ofrecieron un millón de dólares, ni siquiera por hacer algo, por no hacerlo. Es un tipo honesto, es un tipo noble, pero un millón de dólares, tú lo piensas. Y si lo recibes, ese millón de dólares, estará en algún lugar, y si está en algún lugar siempre habrá una evidencia del delito. y la persona que te lo ha dado, que es un delincuente, siempre sabrá que puede hacer contigo lo que quiera.
”El accidente” es una novela muy cinematográfica. Todo lo que escribo es muy visual, cuando yo crecí, la literatura latinoamericana era fascinante y dominante en los ochenta, era intelectualmente fascinante, pero muy lejana de mi mundo. Mi vida en la Lima de los ochenta no se parecía a Cien años de soledad, se parecía a los thrillers, se parecía a las películas de Alfred Hitchcock, se parecía a una serie policial o una película de terror. Siempre me ha gustado escribir libros que tengan todo, cultura popular y de la alta cultura, que sean efectivos y muy entretenidos de leer.