“El fútbol solo es para los niños; las niñas juegan con las muñecas”, “¿por qué dejan que una niña juegue fútbol?” o “¿solo ellos pueden jugar a la pelota porque son hombrecitos?”. Estas fueron algunas de las frases que tuvo que escuchar Fiorella cuando esperaba lista para entrar a jugar en alguna loza deportiva de La Victoria, donde se crió hasta los seis años. Afortunadamente, su familia no pensó igual y dejó que ella decida qué deporte deseaba practicar. Con trece años, ya sabía que este deporte era su pasión y quería seguir practicándolo, pero de manera profesional. Por supuesto, el camino no sería fácil debido a los prejuicios, pero no se rendiría a la primera y -como actualmente menciona- aquellas palabras negativas respecto de que una mujer practique fútbol quedaron atrás. Su satisfacción mayor es saber que su familia siempre la apoyó.
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