La televisión la mostró feliz y orgullosa tras lograr cuatro medallas de oro en los Juegos Olímpicos Río 2016. Nadie imagina que tras esa sonrisa hay una historia compleja que recorre los oscuros pasillos de las drogas que le hicieron tanto daño a su familia y un escándalo de abuso sexual que explotaría un par de años después. Simone Biles tuvo todo en contra, pero hoy disfruta su éxito.
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Incluso quedar fuera de Tokio 2020 para “cuidar su salud mental” no se compara a lo que tuvo que vivir durante su niñez. Las drogas y el alcohol invadieron la personalidad de su madre, Shanon Biles. La pequeña Simone (con tan solo 3 años) y sus hermanos fueron rescatados por los servicios sociales de Columbus, Ohio.
Esto con el objetivo de que eviten ser agredidos por su progenitora, quien terminó sin la custodia de sus hijos. Ronald Biles, su padre, y su pareja se hicieron cargo de ella y su hermana Adria.
Posteriormente, sus abuelos las adoptaron y educaron hasta convertirse en lo que es hoy: una de las atletas más competitivas del mundo. Actualmente, la comunicación entre Simone y su madre biológica se mantiene.
“Cuando era más pequeña me preguntaba qué habría sido de mi vida si no hubiese pasado nada de esto. A veces todavía me pregunto si mi madre biológica se arrepiente y querría haber hecho las cosas de manera diferente, pero evito plantearme estas preguntas porque no las tengo que responder yo”, indicó a un medio de Estados Unidos.
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Víctima de abuso sexual
Como se indicó en el inicio de esta nota, nada hacía presagiar lo que ocurriría en el 2018. Simone Biles reveló que fue una de las más de 200 gimnastas víctima de abuso sexual por parte del médico Larry Nassar.
“Últimamente me he sentido quebrada y cuanto más trato de apagar la voz en mi cabeza, más fuertes son los gritos. Ya no tengo miedo a contar mi historia. Yo también soy una de las muchas sobrevivientes que fueron objeto de abuso sexual por Larry Nassar”, publicó en una de sus redes sociales.
Biles decidió que ese execrable episodio de su vida no iba a impedir que se preparara y continuara ganando medallas representando a su país. El destape permitió que el victimario fuese declarado culpable y condenado a décadas en prisión.
“Me he prometido a mí misma que mi historia será mucho más grande que esto y prometo a todos ustedes que nunca voy a darme por vencida. Me encanta este deporte demasiado y nunca he sido cobarde. No dejaré que un hombre y los otros que lo permitieron roben mi amor y alegría”, publicó.
La atleta tuvo que retirarse del equipo norteamericano en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 debido a que puso como prioridad su salud mental, aspecto a veces descuidado entre los deportistas.
“Desde que entro al tapiz, estoy yo sola con mi cabeza, tratando con demonios en mi cabeza (...) Debo hacer lo que es bueno para mí y concentrarme en mi salud mental y no comprometer mi salud y mi bienestar”, dijo.
Sin duda, una historia de éxito luego de momentos que pudieron evitar que Simon se levantara y compartiera con el mundo su talento en uno de los deportes más difíciles de los Juegos Olímpicos.