Alberto "Chapa" Palacios: "El hambre me dio fuerza para seguir adelante”"
Alberto "Chapa" Palacios: "El hambre me dio fuerza para seguir adelante”"

El mar es su fuente de inspiración. Luego de que Alberto “"Chapa"” Palacios trabajó por más de 30 años como pescador, decidió jubilarse en 1995 para poner a prueba el arte que descubrió de niño: construir réplicas pequeñas de grandes embarcaciones, obras en madera y a todo color, que vienen captando la atención de empresarios nacionales y extranjeros.

¿A qué se dedicaba antes de ser artesano?

Pertenecí al Ejército hasta el año 60 y luego conseguí un trabajo en la pesca industrial. Conocí casi todos los puertos del país. Se ganaba bien. Cuando me jubilé contaba con una pensión que no era suficiente para atender todos mis gastos.

¿En ese momento empezó a construir sus barcos a escala?

Así es. No tenía trabajo, tenía que hacer algo. Entonces, un día mientras observaba las lanchas en el mar, se me ocurrió tomarle fotos a una bolichera con ayuda de un amigo. Hicimos varias instantáneas. Las dibujé, y tras 54 días construí una réplica exacta.

¿La idea surgió espontánea o algo especial lo motivó?

Bueno, me sentía aburrido de no tener un empleo. Además, si no ganaba algo, ¿con qué iba a comer? La pasé mal, pero el hambre me dio la fuerza para salir adelante. Así descubrí esta actividad que me gusta y me hace feliz.

¿Y cómo aprendió?

Por mi cuenta. De niño construía mis propios juguetes. Hacía pequeñas carretillas para llevar arena. Camioncitos y varias cosas hechas de madera. También jugaba con chapas, de ahí surge mi apodo. Ahora estoy haciendo fuentes en forma de botes donde se sirve el cebiche. Mejoran la presentación. Gracias a Dios tengo bastantes pedidos.

¿Quiénes son sus clientes?

Por lo general dueños de cebicherías o restaurantes, pero también coleccionistas. La primera bolichera que hice la vendí a S/.1800 a mi antiguo jefe. Incluso hay extranjeros que vienen a llevárselas a su país.

¿Cuánto demora en elaborar una de estas obras?

Casi dos meses. Soy muy minucioso. Compro muebles antiguos de cedro, esa madera es buena para hacer mis barcos. A veces trabajo de largo hasta la una de la madrugada.

¿No es un tanto barato para todo el trabajo que usted realiza?

En realidad, sí. Pero la gente no quiere pagar de más. Por eso hago también trabajos más pequeños, como fuentes en forma de botes que demandan menos tiempo. Aún así no se puede perder tiempo en quejas, hay que seguir trabajando.

También ha puesto su cebichería...

Sí, con la ayuda de mis hijos que ahora están grandes y trabajan. Es una buena vitrina para exhibir mis barcos a escala. La gente viene de diferentes lugares para tomarles fotos. Muchos han querido imitar mi labor, pero no han podido hacer un trabajo igual.

¿Cuáles son sus próximos proyectos?

Consolidar mi negocio, expandirlo. Por ahora tengo apoyo de amigos como Javier Vargas de Armap (Asociación de Restaurantes Marinos y Afines del Perú) que difunde mis obras aquí y en el extranjero. También estoy pensando en tallar un ajedrez inca. Quiero seguir creando este tipo de trabajos.

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