Teodoro Ortiz: Esfuerzo y tenacidad del Cusco
Teodoro Ortiz: Esfuerzo y tenacidad del Cusco

Siendo muy niño, sufrió un accidente que lo marcó de por vida, pero que jamás lo limitó para conseguir lo que se proponía. Creció en el mercado de abastos del Cusco, donde su madre vendía quinua perlada; de ella aprendió a llevar un negocio. Desde entonces, se dedicó a elaborar una gran variedad de productos en chocolatería, cereales y confitería. Este año, en virtud de su trayectoria, recibió el premio “Reconocimiento al adulto mayor destacado en el campo empresarial” de Prima AFP.

Esta empresa empezó con sus padres, ¿cómo recuerda esa etapa?

Sí, ellos la fundaron. Yo solía quedarme en las faldas de mi mamá mientras ella vendía porque a los tres años me quemé y como niño, busqué la protección de mi mamá. Ella me enseñó a siempre luchar en la vida y defenderme. Por eso, siempre fui una persona con alta autoestima. No permitía que los niños me insulten o me ofendan. Después, como empresario, también hice respetar mi nombre.

Y su madre aún está a su lado...

Sí. La empresa va a cumplir 45 años y mi mamá va a cumplir cien años. En su cumpleaños me he propuesto exhibir cien productos diferentes. Vamos a desarrollar una gran gama de chocolates con productos naturales como la quinua, las habas y la cañihua.

¿Por qué cree que la empresa se ha mantenido vigente por tantos años?

Hay una sola razón: si no tengo clientes, no crezco. Es decir, si los clientes siguen consumiendo, hay una necesidad de producir. Además, no vendemos materia prima, valoramos al campesino y a los productores que nos proveen. Ese modo de trabajo nos mantiene hasta hoy.

¿Es difícil trabajar con productos andinos?

No hay mucha dificultad. Aunque descubrir la kiwicha sí fue un poco difícil; hubo un trabajo arduo de la Universidad San Antonio Abad del Cusco. Los agrónomos querían encontrarle varios usos, no necesariamente alimenticio. Nos llamaron porque no sabían qué hacer con el grano y para nosotros era como la quinua, pero con más proteínas.

¿Cómo es que terminó al frente de la empresa?

Yo terminé mi secundaria con las justas y me dediqué a trabajar. Mis hermanos tienen otros proyectos de trabajo, solo yo me quedé en el negocio con mi mamá. Logramos tener éxito. La demanda se incrementó y empezamos a trabajar por más de ocho horas. Me puse a hacer mis chocolates y lo demás ya es historia.

¿Y sus hijos lo seguirán?

Ese es el error que he cometido. Ellos no se han relacionado con la empresa. Tengo seis hijos y a los últimos sí los estoy metiendo a la fábrica. A veces, cuando uno no tiene tiempo de relacionarse tanto con los hijos, se relajan. Por eso, a uno de ellos lo envié a la planta que tenemos en Juliaca para que se eduque él mismo y estudie en la universidad por allá. Con su sueldo le alcanzó y ya está terminando.

¿Qué siente de haber recibido este premio?

Para mí lo más importante es haber podido donar mi premio. Se lo di a Aniquem, la asociación de niños quemados. Todo premio que tengo se lo doy a ellos, porque la rehabilitación del niño que se ha quemado dura años. No es que los curan, cicatriza y ya, requiere un gran trabajo.

¿Qué piensa de los adultos mayores?

Muchas personas no saben hacer otra cosa que jubilarse e irse al retiro cuando ya están en la “tercera” edad. Pero, los que han estado en empresas son capaces de hacer muchas cosas. Por lo tanto, ese adulto mayor puede desenvolverse más, invertir su dinero en hacer negocio y aportar a la sociedad. Ahora la gente ya no vive 60 años, el periodo de vida está cerca de los 80 años. La expectativa de vida ha subido por el consumo de productos naturales.

Más adelante, ¿qué metas le gustaría cumplir?

Mi compromiso es seguir sacando productos industriales saludables que se originaron con nuestros incas. Voy a sacar productos de cañihua, camu camu y más productos autóctonos para luchar contra la obesidad y la diabetes.

TAGS RELACIONADOS