Florencio Montano: “Nuestro arte está a punto de desaparecer”
Florencio Montano: “Nuestro arte está a punto de desaparecer”

En sus manos está la salvación de un legado que se resiste a morir. Desde vistosos artículos para caballería hasta finas billeteras de cuero con dibujos andinos son elaboradas con ingenio y precisión por Florencio Montano Martínez, maestro en talabartería y cuyo taller sobrevive con este arte en su natal Huancavelica.

¿Cómo se animó a desarrollar este arte?

Empecé trabajando en una zapatería. Reparaba los calzados y me iba muy bien. Sin embargo, al costado había otros talleres donde veía que hacían en cuero trazos geométricos y dibujos increíbles. Me impactó tanto que ahí nació mi deseo por aprender la talabartería. No descansé hasta conseguirlo.

¿Qué tan difícil le resultó?

Me puse a averiguar dónde podría aprender ese arte, si habían cursos. Pregunté en los talleres donde hacían esos trabajos, pero no me querían decir. Los maestros eran celosos con sus secretos. Ni bien me acercaba donde ellos, dejaban de trabajar. Fui todos los días hasta que me hice conocido y finalmente me dijeron.

¿A dónde te mandaron?

A un centro ocupacional donde enseñaban varias actividades artesanales. El manejo de las herramientas fue lo más difícil. Es más, nosotros mismos las teníamos que fabricar. Al inicio algunos trabajos me salieron mal, pero luego tenía que repararlos. Desde 1970 me dedico a este arte.

¿De dónde viene la talabartería?

Desde la llegada de los españoles al Perú. Hubo mucho trabajo en las minas y también con bestias de carga. Se empezó haciendo monturas para caballos y diversas confecciones en cuero. Yo también hice esos trabajos, pero ahora más son billeteras, maletas de viaje, maletines, etc.

¿Tuvo su apogeo en Huancavelica?

Durante los 60 tuvo gran demanda. Había como 50 talabarteros (hoy solo hay tres) y con maestros muy famosos. Todo iba excelente hasta principios de los 90, pero con el gobierno de Alberto Fujimori entraron los productos chinos, entre ellos el cuero, y nos mató a todos. Sus costos eran 15 más baratos, aunque de menor calidad.

¿Le estaba yendo muy bien a ustedes?

Teníamos una asociación y juntos exportábamos a otros países. Por ejemplo, mandamos tres mil productos mensuales a Japón. Ahora, en cambio, nuestro arte está a punto de desaparecer. Prácticamente estamos sobreviviendo. Si bien la demanda ha ido aumentando con el tiempo, ya no tenemos la mano de obra calificada para hacer todos los trabajos que nos piden. Hay un mercado, pero no podemos atenderlo porque ya no hay más talabarterías.

Por su parte, ¿qué piensa hacer?

Voy a seguir con todo. Quisiera dejar este arte a las personas que quieran aprenderlo. He tenido la oportunidad de dar capacitaciones un par de años, pero urge reflotar. Si contamos con el apoyo de las autoridades regionales, podríamos crear una gran escuela netamente de artesanías en sus distintas líneas productivas, no solo talabartería.

¿Quiénes son sus fieles clientes?

Hay muchos turistas que vienen y piden hasta maletas grandes de viajes, pero acá varios pagan un precio muy alto por una billetera de marca. No tienen en cuenta que las nuestras son de igual o mejor calidad. Es más, son únicas, pero lo artesanal no es visto con el valor que merece por varias personas. Aún así está en nuestras manos revertir la situación y buscar el bien de todos.

ALGO MÁS. Florencio Montano Martínez, de 63 años, empezó en este arte al salir del colegio desde hace más de 40 años. Su taller es uno de lo pocos del rubro que sigue funcionando.

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