Para la Fundación Forge es clave que los jóvenes sean capacitados en base a  las habilidades y competencias que hoy las empresas están buscando a fin de mejorar su empleabilidad.
Para la Fundación Forge es clave que los jóvenes sean capacitados en base a las habilidades y competencias que hoy las empresas están buscando a fin de mejorar su empleabilidad.

Aún no existen cifras concluyentes del devastador impacto del COVID-19 en el mercado laboral juvenil el 2020 en el país, pero estas son importantes.

Solo hasta el trimestre móvil setiembre, octubre y noviembre, más de 70.000 personas entre 14 y 24 años, parte de la Población Económicamente Activa (PEA), se quedaron sin trabajo por la pandemia y no ha sido lo único que han tenido que dejar o perder, comenta María José Gómez, directora de la Fundación Forge en Perú.

En efecto, indica que muchos de estos jóvenes por la pandemia también abandonaron sus estudios secundarios y superiores en institutos tecnológicos y Cetpros (Centros de Educación Técnica Productiva). “Esto es preocupante, ya que según valoraciones preliminares sabemos que quienes han perdido sus empleos son, principalmente, los jóvenes de bajos recursos que no terminaron ni primaria ni secundaria, lo que las condiciona a reinsertarse”, acota.

Asegura que, lamentablemente, estos grupos de la población son los que siempre suelen ser más susceptibles en las crisis económicas y en situaciones como la actual”, detalla.

Por ello, indica que es preciso ver la manera, a través del Ministerio de Educación, de que regresen a las aulas y a los centros de educación superior para que encuentren mejores posibilidades laborales.

“Cada año, en promedio, unos 400.000 jóvenes terminan la secundaria, número que puede absorber el mercado laboral formal e informal; no obstante, esta cifra en el 2020 será menor por la deserción ante la educación virtual, porque tuvieron que hacerse cargo de sus familiares enfermos con el virus, especialmente las mujeres, entre muchos otros factores”, comenta.

LOS MÁS AFECTADOS

Precisamente, Gómez señala que si bien la pérdida de empleo afectó a toda la población, ha tenido mayor impacto en las mujeres. Estas cifras obedecen, posiblemente, a la desigual distribución de las tareas de cuidado en los hogares que a la misma dinámica económica del país. “Muchas de estas niñas y jóvenes, sobre todo de niveles socioeconómicos más bajos, ya tienen hijos y han tenido que dedicarse a ellos debido a la educación a distancia”, acota.

Las brechas entre hombres y mujeres también saltan a la vista en término de sueldos, ya que aún con la disminución del ingreso promedio mensual, estas perciben un 20% menos, enfatiza.

“Lo que nos dejó el 2020 es el empleo juvenil como estrategia en la reactivación económica del país. Solo en Lima, el 19.8% de jóvenes entre 14 y 24 años perdieron su trabajo y uno de cada tres de estos jóvenes no habría alcanzado culminar su secundaria. Definitivamente, la vulnerabilidad y pobreza de la población con menos recursos es una de las consecuencias de la crisis sanitaria que debería atenderse de forma más inmediata”, especifica.

ACCIONES

Para hacerle frente a ello, la Fundación Forge, a través del programa de empleo juvenil “Tu Futuro”, que desarrolla habilidades socioemocionales y competencias digitales, ha capacitado virtualmente el 2020 a más de 400 docentes y a 2.600 jóvenes de familias de estratos sociales bajos y este 2021 seguirá haciéndolo.

La directora asevera que la reactivación económica requiere reinserción, jóvenes preparados que puedan incrementar la productividad de las empresas y, por lo tanto, la competencia en el Perú.

Y esta preparación, confiesa, parte en el aula y por profesores que estén preparados para impartir las habilidades y competencias que las empresas están buscando en los jóvenes. “Esa es una de las claves de la reactivación para este 2021”, revela.

Además, añade que otro desafío para el Gobierno, tanto el Ministerio de Educación como el Ministerio de Trabajo, es la rapidez en la que podrá incorporar contenido que ayude a estos jóvenes a encontrar trabajo, en capacitar a docentes, en mejorar su equipamiento y logística y en identificar nuevas prácticas (programas de formación para la empleabilidad) para incorporarlas.